Monte Santiago

Monte Santiago

Monte de Santiago. Este se halla ubicado en los términos de Berberana y Villalba. En la actualidad se le ha hecho espacio natural. Se trata en su mayoria de hayedo y praderas. Dentro de él se encuentra el nacimiento del rio Nervion junto a las ruinas del monasterio de Santiago de Langreniz construido en el año 1075 , segun consta en el cartulario de Valpuesta. Tambien se puede visitar una espectacular cascada de 300 mts sobre el rio Vana (solo en periodos de grandes lluvias o desnieve). Dentro de este espacio natural se pueden visitar dos loberas. Superficie: 2.537 ha. Términos municipales: Berberana, Villalba de Losa y sus pedanías. Medidas de protección existentes: Decreto 58/1996, de 14 de marzo, de aprobación del Plan de Ordenación de los Recursos Naturales de Monte Santiago (Burgos). Decreto 59/1996, de 14 de marzo, de declaración del Monumento Natural Monte Santiago (Burgos) (BOCyL de 26-3-1996). En base a la Ley 8/1991 de Espacios Naturales de Castilla –León. “Zona de Especial Protección para las Aves” (ZEPA) desde el año 2000. "Lugar de Importancia Comunitaria (LIC)" dentro de la Red Natura 2000, en el año 2001. Paisaje: Una de las principales características del Monumento Natural Monte Santiago, son los impresionantes cortados de Sierra Salvada y su peculiar relieve en cuesta, sin paralelo en toda Europa. Sin duda el punto más espectacular del Monumento es el Salto del Nervión. El paisaje Kárstico con cuevas, dolinas, simas, lapiaces y surgencias son las formaciones que encontramos en nuestros paseos. Su origen está en el tipo de roca sobre la que se asienta el espacio protegido, caliza blanda y soluble, que cuando el agua es ligeramente ácida, da lugar a este modelado típico de indudable valor. El hombre ha marcado la evolución del territorio, ya desde el Neolítico (Túmulos de Ramalejo). La presencia de otros elementos arqueológicos singulares nos hablan del pasado de estos parajes: “El Monasterio de Santiago de Langreriz” que da nombre al territorio y la lobera de Monte Santiago. Todo esto nos hace imaginar un pasado medieval, una época de dura convivencia entre el hombre y su entorno. Vegetación: Dada la situación geográfica de Monte Santiago, constituye un área de transición entre la región Atlántica y Mediterránea. Ésta característica hace que la vegetación del Monte Santiago sea muy variada. Podemos encontrar un magnífico ejemplo de Hayedo Meridional Cantábrico bien conservado, así como encinares, quejigales, y otras especies arbóreas que se intercalan en estos bosques como: arces, acebos, mostajos, olmos de montaña, etc.… y grandes extensiones de pastizal, en el cual predomina el brezo, acompañado de otras especies vegetales tales como: espinos, endrinos, enebros, etc.… Fauna: El característico relieve de Monte Santiago favorece que la fauna más visible sean las aves de roquedo: buitres leonados, chovas piquirojas y piquigualdas, halcón peregrino, águila real y culebrera, etc. Y en los bosques podemos encontrar una amplia variedad de aves forestales: trepador azul, carboneros, pito real, azor, etc. así como otras especies animales: zorro, tejón, jabalí, marta, corzo, lirón gris, etc. Una mención a parte merece la población de anfibios de Monte Santiago, entre las que destacan las ranas pardas, especialmente la “rana ágil”, además de la fauna cavernícola. ¿Qué se puede visitar?: Casa del Parque del Monumento Natural Monte Santiago. Crta: BU-556 de Berberana al Puerto de Orduña. En PK 341.6 a 3 Km. por la pista forestal. 09511-Berberana (Burgos). Teléfonos: 661110921 y 666189079. E-mail: montesantiago.ren@jcyl.es. Red de Senderos de Monte Santiago, áreas recreativas y miradores. Más información en la Casa del Parque del Monumento Natural Monte Santiago. Restos arqueológicos. Ruinas del Monasterio Santiago de Langreriz. Loberas. Túmulos. Accesos: - Desde Burgos por la N-1 hasta Pancorbo seguimos a la carretera BU-556 dirección Bilbao y a 3 Km. De Berberana dirección Orduña, encontramos una pista forestal, que nos adentra en el Espacio Natural. - Desde Bilbao, dirección Orduña allí se coge la A-2625 subiendo el Puerto de Orduña y llegamos a una pista forestal, que da acceso al Monumento Natural. - Desde Vitoria carretera N-1 hasta Nanclares de la Oca, después dirección Bóveda por la carretera A-2622 hasta Espejo, aquí cogemos la carretera A-2625 hasta Berberana. - Desde Santander por la A-8 hasta Colindres, después cogemos la N-629 dirección Burgos hasta El Ribero, aquí cogemos la carretera Burgos 552 que nos lleva a Berberana.

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Sierra Salvada

Sierra Salvada

Sierra Salvada. Este enclave está situado en la parte norte del valle y se trata de una gran extension de terreno, la mayoria pradera con alguna mancha de hayedo, donde se concentra la mayoria de la cabaña ganadera extensiva losina, así como parte de la alavesa y la vizcaina. El hecho de pertenecer a tres provincias ha motivado litigios desde la antiguedad segun lo refleja el archivo de la Junta de Estrada, (existen documentos desde el año 1400 que lo atestiguan). Para acceder a ella se puede tomar el camino que desde el alto de la Peña Angulo sube hacia San Miguel "el viejo". Este nos permitira llegar a la lobera, verdadero monumento construido en la antiguedad para la caza del lobo. Desde aquí se puede llegar a cualquier pueblo de las denominadas aldeas, o ,incluso hasta el puerto de Orduña. Durante el trayecto nos encontraremos con pequeños poblados utilizados por los pastores durante parte del año. Otro dato importante existencia de numerosas actividad karstica. Su visita es aconsejable en pimavera, verano y otoño.

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Mirador Alto de Guardia

Mirador Alto de Guardia

Mirador Alto de Guardia. Se encuentra situado sobre un monte desde el que se divisa gran parte del Valle de Losa. Se puede acceder a él en coche desde el camino de Robredo o andando desde Cabañes. La Consejeria de Medio Ambiente tiene acondicionado un punto de vigilancia y comunicacion para la prevencion de incendios, asi como un refugio para montañeros.

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De Bóveda de la Ribera a Beterrés

De Bóveda de la Ribera a Beterrés

Otra vez nos vamos de paseo. Para que la climatología no nos chafe el plan, hoy tenemos una ruta sobre pista forestal cubierta de zahorra en su práctica totalidad. Además no tiene grandes desniveles y por eso os proponemos que la recorráis con bici de montaña. Ya sea en bici o a pie, veréis cómo en su parte sur esta comarca nuestra nos sigue sorprendiendo por sus bonitos y relajantes parajes. Y no sólo eso, porque también nos va a permitir aprender mucho sobre las distintas intervenciones que la Consejería de Medio Ambiente ha ido poniendo en marcha para mejorar nuestros montes. EL RECORRIDO SOBRE EL PLANO Hemos llamado “A” al punto de partida, situado cerca de Bóveda, y “B” al punto en que termina la pista forestal y nos incorporamos al desvío que conduce a Betarres desde la citada carretera comarcal. La distancia entre A y B por la pista forestal es de unos 8,5 kms, y por carretera hay unos 3 kms. más. A vosotros paseantes os corresponde decidir si dejaréis un coche en cada punto para que todo vuestro recorrido se limite a la pista forestal, o si llevaréis un solo coche, en cuyo caso la parte final de vuestro paseo discurrirá por la propia carretera y, para qué ocultarlo, cuesta arriba. EN EL PUNTO DE PARTIDA El llamado punto A está en el Alto de la Ribera, justo donde aparece Bóveda, si es que venimos de Criales o donde perdemos este pueblo de vista, si hemos pasado por él. No tiene pérdida, porque en la entrada de la pista forestal un cartel nos deja claro dónde estamos: “Monte Vallejuelos, nº 392”. No hay que asustarse, porque la cuesta que vemos es prácticamente la única que nos encontraremos mientras dure la pista, así que, sin miedo y sin prisas, pronto llegamos al portón metálico que cierra el paso al tráfico rodado y que nosotros salvamos sin dificultades por los laterales. Podemos también, si nos apetece, aprovechar para echar un vistazo: en primer término está Bóveda, más allá los montes de Rosales y Villamezán y de espaldas a nuestra trayectoria, Bedón, las tierras de Espinosa, La Engaña y Picón Blanco. UNA BUENA OPORTUNIDAD PARA APRENDER Continuamos y casi sin darnos cuesta nos encontramos en el pastizal tratado de Bóveda. Es un espacio llano y abierto, cómodo y agradable para nuestro paseo, que ha sido desbrozado para hacerlo más accesible a los ganados del pueblo (vacas, ovejas y yeguas), que pueden moverse sin dificultades y pastar a sus anchas. Cuando llevamos recorridos unos 2 kms. desde el denominado punto A del plano, encontramos una barrera azul que abriremos sin dificultad y que es muy importante que volvamos a cerrar, porque sirve para controlar el movimiento de los ganados. Al cruzarla, dejamos el Monte de La Llana, con sus encinas y pastos, y nos adentramos en el Monte Vallejuelos. Acabamos de cruzar la barrera y, a nuestra izquierda observamos un cerrado de alambre. Es lo que se conoce como una manga ganadera y consiste en un recinto cerrado dentro del propio monte que está a disposición de los usuarios para reunir el ganado en su interior siempre que sea necesario (para realizar un control veterinario, para entregarlo a los compradores, etc.). Estos terrenos no se pueden acotar sin más, pero en circunstancias normales, la Junta nunca niega el permiso correspondiente. Apenas hemos avanzado cuando el camino se bifurca. Por la derecha, si fuéramos, pronto llegaríamos al pastizal natural de Almendres. Sin embargo, continuaremos por la izquierda y, casi inmediatamente, nos adentraremos en un bosque de pino silvestre, encinas, robles y numerosos acebos que jalonarán el recorrido el denso sotobosque de zarza y brezo lo convierte en un terreno mucho más cerrado que el pastizal tratado que acabamos de dejar. A los lados del camino observamos los montones de ramas secas que dan testimonio de una clara efectuada hace algún tiempo para sanear el bosque eliminando pinos enfermos y dominados. No es frecuente en nuestros pinares, que están poco tratados, sometidos en su mayor parte a la poda natural, que consiste en que las ramas inferiores se van secando a medida que las copas se pueblan e impiden el paso de la luz. Llevamos poco más de 3 kms. de recorrido cuando topamos por la derecha con una zona vallada. Se trata de un terreno en el que se ha efectuado una corta de regeneración. Este es un tratamiento que consiste en talar los pinos de más de 100 años, que tienen ya cumplido su ciclo vital y con su presencia perjudican el desarrollo de otros pinos más jóvenes. Por supuesto, es una intervención que sólo se efectúa allí donde los pinos viejos son tantos que se convierten en un problema, y siempre garantizando como mínimo el mantenimiento de la población arbórea de la zona. VALLEJO OSCURO Y REFUGIO DE ROBLE LA TETA Hacia los 3,5 kms. de recorrido empeoran las condiciones del paseo porque no hay suelo de zahorra. Se trata de un tramo corto que nos compensa con la contemplación de numerosos acebos en el mismo camino. Estamos, además, descendiendo hacia el Refugio de Roble La Teta, pasando por el llamado Vallejo Oscuro o del Arroyo de Betarres. Ahora sí que se cierra el arbolado en un sotobosque espeso, pero eso no nos impide avistar a lo lejos la torre de incendios (roja y blanca) que corona la cima del Monte de Los Mazos. Llevamos poco más de 500 m. de terreno más abrupto, aunque nunca difícil, cuando el camino describe una curva cerrada hacia la izquierda. Ella nos indica que estamos en la base del Vallejo Oscuro, y, según cómo esté el asunto de las lluvias en el momento en que hagamos la ruta, a nuestra izquierda correrá el arroyo mismo. Avanzamos entre arces, robles, acebos,...Es una zona de umbría y la vegetación lo pone de manifiesto adornándose con numerosos helechos. Hay también ejemplares de boj y empezamos a ver hayas. Pronto estaremos en el Refugio de Roble La Teta, que debe su nombre a la peculiar forma de un viejo ejemplar, ya desaparecido, que se alzaba en las inmediaciones del edificio. Estamos a poco más de 5 kms. del punto de partida. La cadena que cruza nuestro camino sin dificultar nuestra trayectoria marca el fin del tramo cerrado al tráfico rodado. Por eso, si es época propicia, es fácil encontrar aparcado algún coche de los seteros y seteras que aparcan por la zona. Ahí mismo encontraremos también el llamado Arroyo de la Hiedra, que lleva agua todo el año cuenta con un pequeño manantial que contribuye a aumentar su caudal y que es fácilmente reconocible porque en torno a él se ha construido una pequeña fuente en la parte posterior del refugio, que, eso sí, no tiene caño. Cauce arriba podemos disfrutar de un agradable paseo, aunque al margen de la ruta de hoy. El edificio fue levantado en el año 1.961 y permanece habitualmente cerrado, pero la llave está a disposición de quien quiera utilizarlo para pasar allí unos días de asueto. Pasados el refugio y el arroyo, entramos en el paraje conocido como Santa Gadea. El paso canadiense y el cortafuegos nos indican que acabamos de entrar en terreno del Monte de Los Mazos, de Criales. Avanzamos entre dos vallas de estacas que protegen un proyecto de repoblación de pinsapos, una variedad de pino poco común que se ha plantado para ver si se adaptaba a esta zona, pero que no parece haber cuajado. Estamos en un terreno prácticamente llano, y no tardamos en ver una finca a nuestra izquierda. Es la señal que indica el fin del monte y la proximidad de los pueblos. Pronto alcanzamos una pista que discurre en perpendicular a nuestra trayectoria. Si la siguiéramos por la derecha, nos conduciría a Criales pero iremos hacia la izquierda, cruzaremos otro paso canadiense y continuaremos nuestro avance hacia Betarres. A estas alturas de nuestro recorrido, la zahorra presenta un tono inusualmente oscuro, típico de la cantera de ofitas de Bóveda de la Ribera que se ha utilizado para su elaboración. Aunque no hayamos hecho mención alguna de la fauna, hay que decir que, además de las especies propias de toda la comarca que podríamos haber visto hasta este momento (corzo, jabalí, zorro,...), en este tramo también podríamos topar con algún vecino de la buitrera de Criales, tan cercana. FIN DEL TRAYECTO El siguiente cruce perpendicular que encontremos será ya el desvío que, desde la comarcal, conduce a Betarres. Este es el punto B del plano y aquí terminaría la ruta si habéis traído dos coches. Si no, ya lo sabéis, quedan unos 3 kms. de carretera hasta llegar al punto A, origen de la excursión. En bici o a pie, con uno o dos coches, lo importante es que hayáis disfrutado y estirado un poco las piernas, que no puede pasarse uno todo el invierno mirando el fuego... (Begoña y Mari Luz. La Solana, diciembre 2002)

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Castro de Robredo

Castro de Robredo

Ya llega el veranito, y a todos nos apetece salir al campo a tomar contacto con la naturaleza. Para ello, vamos a aprovechar uno de esos días fresquitos con los que nos deleita nuestro clima para dar un paseo por los bonitos parajes del valle. Hoy vamos a pasear por el castro de Robredo. Nos dirigimos hasta Robredo en coche. Nosotros hemos llegado por el camino forestal que nace en Río de Losa, pero también podemos ir por Oteo. Nada más salir del pueblo, empezamos a subir a la izquierda dejamos una zona conocida como El Campamento, en la que en esta época estival es fácil encontrar algún grupo de chavales acampados. Seguimos subiendo por la pista y pasamos unas barreras para el ganado, dejando a nuestra derecha el monte Acebal. Según subimos, podemos observar a la izquierda un pequeño refugio forestal denominado como Fuente Baño siguiendo nuestro camino, a la derecha queda el monte Toyuelo, que sufrió un importante incendio hace dos décadas, después del cual le está costando mucho repoblarse. Pasamos una segunda barrera de ganado. A ambos lados del camino podemos observar los espesos bosques de pino. A la derecha nos encontraremos un jardín cerrado con un pequeño santuario conocido como Cuartel de San Nicolás. A la izquierda dejamos dos caminos forestales, uno que nos llevará a Perex y otro a los Arroyos, lugar idóneo para asar unas buenas chuletas en sus campas y aliviar la sed con las frescas aguas que manan de la fuente. Nosotros tomamos el camino de la derecha, que nos lleva a Robredo. A la izquierda del camino podemos observar que los pinos que hay son jóvenes y de una clase distinta a la que hemos visto hasta ahora. Llegamos al pueblo, donde dejaremos el coche y comenzaremos la ruta andando. Atravesamos el pueblo y seguimos por el camino perfectamente marcado, aunque algo menos agradable dejamos atrás unas barreras de ganado y topamos con una fuente llamada U Mayor. Ascendemos entre un bosque de roble y encinas, hasta llegar a un alto en el que cogeremos el camino de la derecha que llega a Villaluenga. Un poco más arriba llegaremos a una zona conocida como Caminos Cruzados, nosotros continuaremos por el de la izquierda para llegar al Castro. Podemos desviarnos por el de la derecha y llegaremos a Fuente Castro. La fuente está dividida por una alambrada: la parte de la derecha pertenece a Villaluenga, y la de la izquierda, a Robredo. Siguiendo la alambrada hacia arriba, llegamos a la Peña El Hornillo, donde encontraremos el mojón numero 37. Según deshacemos el camino andado, vemos a nuestra izquierda una barrera de madera que llevará de vuelta hasta Robredo a los más perezosos. Volviéndonos a situar en los Caminos Cruzados, cogeremos el camino de la izquierda , ascendemos y nos topamos a nuestra izquierda con una peña, llamada la Peña del Carro. A continuación nos encontramos con otros dos caminos, y en este caso elegiremos el de la derecha que esta señalado. Si observamos a nuestra izquierda, nos daremos cuenta de que estamos encima de Cabañes. A partir de ahí, no tardaremos mucho en toparnos con las paredes del castro a ambos lados del camino. Nosotros seguiremos hasta llegar a una zona de campas, que antiguamente se sembraban. Giramos hacia la derecha en una zona en la que el terreno hace como un escalón y subimos por un sendero hacia la izquierda, a ras de la peña. Podemos observar unas preciosas vistas del pueblo de San Llorente y de la ermita de San Antonio. Seguimos bordeando toda la peña por un sendero admirando a la derecha la panorámica de Quincoces , Calzada y Lastras, y a nuestra izquierda, Robredo. Dentro de los muros del castro, observando la cantidad de piedras que quedan, nos podemos imaginar lo que fue ese poblado en otros tiempos. Seguimos esa senda hasta llegar al cruce que teníamos al subir, desde el cual veíamos Cabañes. La senda a orillas de la peña estará amenizada por preciosas yeguas y algún rebaño de cabras y ovejas, con sus perros mastines desde luego, por muy mansos que parezcan, es mejor no acercarse al ganado. Nuestro agradecimiento a José Luis Velarde , vecino de Robredo , que tuvo el detalle de acompañarnos en nuestro paseo y facilitarnos los nombres de los términos mencionados. (Lidia. La Solana, agosto 2001)

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Castrobarto, Lobera, Acebos

Castrobarto, Lobera, Acebos

Iniciamos nuestro recorrido en Castrobarto, saliendo en dirección a los montes de la Peña por el paso de la Venta. De dicha Venta no queda resto alguno, sólo el nombre que indica que, en su día, el viajero allí encontraba descanso del camino andado, o buen ánimo para iniciar el que había de hacer. Seguimos por la vereda entre paredes hasta iniciar la cuesta el camino está bien marcado por las máquinas que están haciendo la balsa de riego. Dejamos el camino a la derecha y pasamos la barrera, que luego tiene que quedar bien cerrada. Encontraremos pronto el pinar y seguiremos por él hasta el momento de empezar el descenso del puerto. Estamos en el paso de la Magdalena. Si no lo hemos hecho antes, aparcamos ahora el coche y, siempre bien calzados, empezamos el recorrido del monte. Tomamos el camino a la izquierda y luego, entre el pinar, encontraremos luego a la izquierda un claro en el que se halla el pozo de Sanguisal. Avanzamos entre pinos y encontramos a la izquierda un socavón, restos de la mina de arena que los de Castro empleaban en la construcción entre los años 40 y 50. Notaremos cómo los acebos tratan de ir haciéndose sitio entre los pinos, hasta llegar a sustituirlos por completo. Dejamos a la izquierda el disco de prohibición y nos encontraremos luego de frente con la lobera. No está mal conservada, a pesar de los muchos años de abandono. Por dentro está más limpia. Seguimos la pared derecha, e iremos subiendo entre hayas y avellanos. Al terminar nos encontraremos con un hermoso paisaje estamos encima de Leciñana e Irús, con sus grandes casonas, el puerto del Cabrio y asomándonos con cuidado, la vía del ferrocarril de La Robla, discurriendo a nuestros pies. Seguimos a la derecha hasta el pico de Cantonad. El soberbio paisaje nos hace pensar que ha merecido la pena el camino. Vemos como a vista de pájaro una gran parte de esa depresión que es el Valle de Mena. La ermita, los pueblos, las iglesias, las torres, las casonas, casitas blancas diseminadas entre el intenso verde de sus prados bosquecillos de pinos, robles y encinas, el impresionante corte de los montes de La Peña a la derecha, con el hayal a media falda y la línea del tren al pie. Y los macizos montes del Ordunte a la izquierda, llenos de bosques. En fín, un bonito paisaje frecuente entre las montañas del Norte de Burgos. Regresamos a la lobera por un sendero apoyado sobre un pequeño muro pasando al lado de tres restos de puestos de vigilancia, recuerdo de la contienda civil que tuvo lugar entre 1936 y 1939. Desde la lobera retrocedemos por el camino de llegada hasta encontrar el disco de prohibición. Continuamos por el camino prohibido a vehículos motorizados, viendo a ambos lados un precioso bosque de acebos jóvenes con el verde intenso y brillante de sus hojas si además es invierno, estarán repletos de bayas con su característico color rojo intenso. Seguimos y encontramos el pozo de San Cerbute. Avanzamos y notamos paulatinamente que los acebos se van espaciando y pierden altura. En esta parte, si salimos del camino, podemos encontrarnos con alguno de los grandes hormigueros que hay en la zona al llegar a la parte lisa, sin árboles, vemos a nuestra izquierda un otero, nos dirigimos a él y lo pasamos. Vemos gran parte del pinar. Nos metemos por el cortafuegos, y, avanzando por él, llegaremos hasta las inmediaciones del punto en que habíamos sugerido que se podía dejar el coche. También podemos tomar un camino a la izquierda que nos llevará al pozo de Sanguisal, en el que abrevan los animales. Si queremos completar el día, bajamos un pequeño trecho al valle de Mena y nos encontramos con los restos de la calzada romana o medieval, prueba evidente de lo importante que en su día fue el paso entre los valles de Losa y Mena. (Ángel. La Solana, abril 2001)

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De Návagos al Vértice de Sierra Pelada

De Návagos al Vértice de Sierra Pelada

Los losinos de la Losa baja ya conocen bien la Sierra Pelada. Es una sierra un tanto engañosa, al ser una montaña chata en comparación a los montes de la Peña. Pero nada le tiene que envidiar, ya que alcanza prácticamente los 1000 m de altitud, y desde su cima la vista puede alcanzar a ver todas las Merindades del norte de Burgos. A la gente le gusta el monte en sí, sus ondulaciones. Esta sierra no tiene tanto peligro como otras, es más suave. Lo malo es que no está a mano. Aún así, cada vez sube más gente andando, en moto o todo terreno. La ruta que nos disponemos a describir el equipo de LA SOLANA es cómoda y fácil de seguir sin perderse. Con una duración de 3 horas, del pueblo de Návagos al vértice geodésico de Sierra Pelada-Villaventín - Návagos. Comenzamos en Návagos, en la fuente del antiguo lavadero, hoy en día restaurado. Desde la fuente cogeremos la primera calle a la derecha y, a pocos metros, nos encontramos con otra fuente antigua, y un cruce de camino de concentración. Allí cogemos a la derecha y continuaremos por él. A unos 400 m sin dejar este camino, nos toparemos con un cruce en el que hay un pozo de tierra y dos robles grandes. A la derecha, iríamos a Momediano, y a la izquierda, en dirección a Villaventín. Elegiremos el de la izquierda, y sin dejarlo, poco a poco, el camino de concentración de zahorra se perderá, y pasará a ser de tierra. La pista de concentración no sigue el antiguo camino, que discurría más a la izquierda. Por él se subían los bueyes y el resto del ganado a los pastos. Por el camino de los vinateros, a la izquierda, iban los vinateros de pueblo en pueblo vendiendo pellejos... El camino paso a Salinas a los ultramarinos...(Camino que de cuevas baja a Villaventín) Eran las carreteras antiguamente. A 1,2 Km del cruce del pozo y los dos robles, nos encontraremos con otro cruce y dejamos el camino que va a Villaventín para tomar el camino que sube a mano izquierda. Por este camino llegaban desde Betarres, Villate, y Gobantes andando para el estraperlo, en dirección a Castro, al tren de Cadagua. Antes era un camino casi intransitable, pero, al tener que subir los vecinos de Návagos a cuidar las cabras a la sierra con los tractores, se ha conservado mejor. Sin dejar este camino, vamos paseando entre encinas centenarias, serpenteando y subiendo bastante en algunos tramos. En esas encinas, castigadas tantas veces por los rayos, gelaban los pastores, ordeñaban,... Ese era el punto también donde se resguardaban las yeguas del mal tiempo. A este lugar se le conoce como Valdecilla. Llegamos a una zona más abierta de vegetación, dando paso a los pastizales. Pasamos al lado de un muro, entre tantos que rodean toda la sierra. Es un buen monte para cuidar ganado, sobre todo ovejas y cabras. Antiguamente sólo había pastos, prado. La carrasca que hoy podemos ver, ha crecido después de dejar de subir el ganado al monte. En esta sierra se juntaban los pastores de Návagos, Villaventín, Villalacre, y Rosío. Aún habiendo tanto ganado, los pastos daban para todos. Son buenas tierras para ello, ya que nevaba y nieva mucho aquí arriba, y estos suelos necesitan agua. En este punto vemos el valle de Traslaloma. Estos son terrenos de Rosío. Justo antes de subir al vértice de la sierra, en este punto del paseo, podemos ver las cuevas de Lambrero. En su día se usaban, por ejemplo, para pillar las cabras. Hoy podemos ver cómo las dos bocas que en un momento se comunicaban, se han cerrado al caer la piedra, la tierra... especialmente la más amplia. La otra, aunque su entrada es más estrecha, tiene más profundidad. Comienza con una bajada de gran inclinación por la que, de pasar, habría que hacerlo a gatas, y se llegaría a un ventanuco de luz que también podemos ver desde el exterior. Después hay una gran sima, por lo que se hace intransitable el paso. Si se viene pronto por la mañana, se pueden ver corzos, zorros, jabalíes, incluso años atrás hubo algún lobo. Más tarde, estos animales se resguardan entre la vegetación de las laderas, y es más difícil encontrarlos. Las vistas desde este lugar son bastante buenas. Tranquilamente podemos distinguir mirando hacia el oeste: Villalacre, Salinas, Rosío..., las carreteras que los unen... En el otro sentido vemos los montes de Perex. A partir de este lugar, tenemos cuidado de no perder la senda, siempre en dirección NE, cumbreando toda la sierra hasta llegar al vértice. Aún cerrado por sus cuatro paredes, encontramos el Huerto del Rey. En él los pastores hacían meriendas al empezar y al acabar el ordeño. Tomaban vino y descansaban. En su día tuvo incluso una verja. Sembraban hortalizas e incluso tabaco. Del 3 de Mayo al 14 de septiembre, fechas de las meriendas, se les dejaba ordeñar a los pastores para ellos, y así podían hacer queso para vender. Además de la leche, les daban unas 20 ó 30 fanegas de trigo, una finca para sembrar patatas y una casa donde vivir. Tenían también sus propias cabras. Eran como un vecino más del pueblo. La sierra era punto de encuentro de los pastores. En el suelo hay un montón de piedras que tiene forma de cruz, que se supone que son de la guerra. Justo se encuentran al lado del monjón y de buzón de correo de montañeros. En este último podemos leer la altura a la que nos encontramos: 964 m Como ya hemos dicho, las vistas desde aquí no tienen nada que envidiarle a cualquier otro monte de los alrededores. Podemos distinguir claramente en un día despejado Villaventín, Castresana, Castrobarto, Salinas y Monte de Rades. Mirando hacia Villaventín, en dirección NE, y pasando por una vaguada que tiene un pozo de agua para el ganado, ascendemos más tarde a otro alto llamado Pico Falsa Pelada. Desde este punto ya es todo descender. Por una senda dificultosa entre encinas espesas daremos vista a Villaventín y saldremos a este pueblo por una calleja que bordea la iglesia, con una suave bajada entre avellanos. En este pueblo, situado a 720 metros sobre el nivel del mar, podemos ver un ábside de estilo románico, único vestigio de la antigua iglesia. De la parte más baja del pueblo sale el camino en dirección a Návagos, el ya aludido camino de los Vinateros. Se aconseja cerrar las barreras del ganado, no hacer fuego, ni tirar basuras. (Aída y Felix. La Solana , julio 1999)

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Por el Monte de la Miga

Por el Monte de la Miga

En este número de “La Solana” os vamos a proponer una ruta ante la que nadie podrá poner excusas, ya que discurre toda ella por un camino recientemente construido y por el que, incluso, podríamos hacer el recorrido con un Land Rover o similar. Pero nosotros, como siempre, elegimos, una forma más sana y con la que, además, apreciamos mejor del paisaje: a pie. Esta ruta da lugar a múltiples variantes y cada uno podrá elegir la que más prefiera. Aquí os proponemos un paseo entre Gobantes y Castriciones. Vamos a comenzar nuestro corto viaje dejando un coche en Castriciones y otro en Gobantes. Desde este segundo pueblo, empezaremos a andar por el camino situado a la izquierda de la iglesia, ya hundida. En nuestro ascenso podemos ver el pueblo de Villate, con sus montes, y la peña de los Buitres, además de los montes de Críales y Betarres. Un bonito paisaje que hará gratificante nuestra subida. Seguiremos andando hasta encontrarnos con un cruce de caminos, y una vez allí, en un principio cogeremos el que va a la izquierda. Después de andar unos 100 metros aproximadamente, llegamos a un mirador situado sobre el monte de la Miga. Desde él veremos: - A nuestra izquierda la sierra Pelada y Návagos. - En el centro, el pueblo de Momediano y detrás, Villabasil, con la peña las Callejas, Relloso, Lastras de la Torre y el monte de San Roman, de Castresana, al fondo. - A nuestra derecha se encuentra el monte de la Miga, con el camino por el que luego pasaremos. Tras sentarnos a contemplar el paisaje y hacer las fotos de rigor, volvemos sobre nuestros pasos hasta la intersección de caminos, tomando ahora el de la derecha. Desde arriba podemos llegar a ver las peñas de Críales. Seguiremos andando y, en el cruce que encontramos, cogemos el camino de la izquierda, por la vertiente norte, y poco después, volvemos a desviarnos por la pista que desciende a la izquierda. Comenzaremos una bajada entre pinos y hayas, que, sobre todo en otoño, está preciosa. Entre estos árboles, podemos ver a nuestra izquierda la ermita de Santa Petronila. Volvemos a encontrarnos con otra bifurcación. La ruta descendente llevaba al desaparecido pueblo de La Miga, que da nombre al monte sobre el que nos encontramos. Nosotros ascendemos camino de Castriciones disfrutando, especialmente en invierno, de los acebos (especie protegida en Castilla y León).que jalonan la ruta. Seguimos andando y nos topamos con una barrera que sirve de sepa­ración entre el monte de la Miga y el de Perex. La atravesamos, y con­tinuamos viaje. Poco más adelante, dejaremos a nuestra izquierda una pista forestal que nos conduciría hasta Perex, cuya magnífica lobera fue, en su día, objeto de una ruta de “La Solana”. Pero nosotros ascendemos hacia la derecha, avistando entre los árboles el monte Lerón y la ermita románica de San Pantaleón, que nos acompañarán hasta nuestra meta, ya cercana. Una vez superada una pequeña cuesta, empezamos un descenso en el que dejaremos a nuestra derecha el camino que sube hacia el monte de La Papelera y el llamado Hoyo de San Pedro, y que nos conducirá a otra barrera que separa los términos de Perex de Castriciones. Después de pasarla, encontraremos dos cruces: en el primero, tomamos el camino que va a la derecha y en el siguiente, el que baja, ya que el otro nos llevaría de nuevo a Gobantes. Tras pasar una barrera y, finalmente, una cuerda, nuestra ruta termina en Castriciones. Todos aquellos que decidáis hacer este paseo a pie de unas dos horas de duración, podréis comprobar cómo desde el principio la ruta dis­curre a lo largo de un gran balcón natural que nos da pie a ver nuestro valle con otra perspectiva. Sólo tendréis que vencer la pere­za y poneros en marcha. (Lourdes. La Solana, diciembre 1998)

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El Paso de la Magdalena

El Paso de la Magdalena

Más de un losino habrá sonreído al encontrarse este recorrido en el apartado de “rutas turísticas”. No les falta razón, porque esto que hoy es un bonito paseo, ha sido durante muchos años la vía de interrelación más importante entre losinos y meneses. El trazado de esta ruta coincide básicamente con parte del llamado Camino Real. Lo tomamos en Castrobarto frente a la carretera que viene de Villalacre y Medina, en el área en que, se dice, estuvo ubicada una de las numerosas ermitas con que contó este municipio en el pasado. Discurre el camino sorteando algunas de las casas del pueblo, pero siguiendo una línea recta, en dirección a Peña Mayor y la Portilla, bien visibles desde el primer momento, con su silueta tan peculiar. Saliendo ya a campo abierto, llegamos al término conocido como La Venta. Ni los más ancianos de la zona pueden asegurar si hubo o no alguna vez una posada a esta altura del camino, pero bien pudiera haber sido, dada la existencia de Castro desde el tiempo de los romanos, que fundaron el pueblo con el fin de controlar la calzada que bajaba por el puerto de la Magdalena hacia Mena y que aseguraba el trasiego de viajeros por estos parajes desde tiempo inmemorial Avanzamos por una pista de piedra y tierra, casi completamente recta hasta el final del recorrido. Atrás quedan Castrobarto y su emblemática torre, a ambos lados tierras de labranza y, frente a nosotros, nuevamente la Portilla y Peña Mayor. En Villasalinas el camino se empina y deja de estar franqueado por paredes de piedra. No obstante, está tan claramente marcado que no hay dificultad alguna para seguirlo. Continuamos unos cuantos metros más adelante y pronto llegamos a la Barrera del Camino Real. Justo antes de traspasarla, dejamos a la derecha una buena pista de tierra que conduce al pastizal, asentado sobre el terreno de la Ería, una finca comunal que los vecinos de Castro solían sembrar de cereal y cuyos beneficios destinaban a costear gastos comunes. También desde la Barrera del Camino Real se ve el campo de los Casares u montículo donde se cree que se asentaba Obarto, población más antigua aún que Castrobarto, de la que se han encontrado restos arqueológicos. Desde un poco más arriba, en el Alto de las Monjoyas, apenas si se alcanza ya a ver lo que fue el pueblo de Muga. Situadas entre la Peña Mayor y la Loma, que da nombre a esta Junta de Traslaloma y la separa de la Junta del Valle de Losa, están las paredes derruidas que apenas se divisan desde nuestro camino, y también el bosquecillo de fresno que puede servirnos de referencia para localizarlas desde donde estamos. No es de extrañar este deterioro, puesto que el último vecino se trasladó a Castrobarto poco después de la Guerra Civil. A poca distancia del Alto de las Monjoyas, el pinar repoblado en los años 50 empieza a flanquear nuestro camino. Fue una dura labor para aquel numeroso grupo de trabajadores, muchos de ellos andaluces, que pasaron tres o cuatro años repoblando, a real el hoyo. Lástima que tanto esfuerzo no se haya visto compensado con un bosque frondoso con el que, en este tiempo transcurrido, hubiese generado una especie autóctona. Si avanzamos con cuidado, pronto veremos a la izquierda la Caseta Badajo, situada en un claro del pinar y cuya finalidad era dar cobijo a los pastores. Muy cerca de ella se encuentra la Cueva Badajo, con una boca totalmente desprotegida y, por ello, bastante peligrosa para personas y animales. Volvemos a nuestra pista y atravesamos un cortafuegos. Estamos a punto de llegar a la Magdalena. Estamos también en la zona en la que los losinos provenientes de otros pueblos como Villaventín, Castresana, ..., se incorporaban a nuestra ruta para llegar desde sus casas al ferrocarril de Cadagua. Recorremos también el camino de los estraperlistas, que compraban cereal o lo cambiaban por nitrato y, después de hacerlo harina en el molino de Castro lo llevaban por nuestra ruta hasta Mena, a lomos de sus sufridos burros. Ya en el Alto de la Magdalena, vemos a la derecha del camino los restos de una caseta - refugio de milicianos. En algún punto a la izquierda estaba situada la Ermita de la Magdalena. La celebración de esta festividad (22 de julio) reunía todos los años a meneses y losinos, aunque no de forma muy cordial, según la tradición oral y alguna documentación acreditada. Fue precisamente en una de estas disputas cuando se estableció el apodo de “los grandes”, aplicado por los meneses a los vecinos de Castrobarto. El descenso desde el Alto de la Magdalena hacia Mena es mucho más pronunciado y el camino más tortuoso que el que nos ha conducido desde Castro hacia nuestro objetivo. A pocos metros de iniciado el descenso, se divisan ya algunos pueblos y la estación de ferrocarril de Cadagua. Poco más abajo se abre el camino y se ve todo el valle, aunque luego vuelve a perderse la perspectiva por lo accidentado de su trazado. Ganados y carros han recorrido este sendero desde no se sabe cuándo, y muchos han sido los losinos que llegaron a través de él, primero al tren, y así a la estación de la calle Bailén, en Bilbao. Desde estas líneas queremos animarte a ti que nos lees a recordar aquellos tiempos que no sabemos si fueron o no mejores, pero que desde luego, fueron distintos. Volver a andar este camino puede ser una buena forma de hacerlo. N.R.: Nuestro agradecimiento a los vecinos de Castrobarto que nos ayudaron en la elaboración de esta ruta y, en particular, a Manuel Mari Corral, que nos guió en la marcha y nos facilitó toda clase de detalles y contactos. (Begoña y Mari Luz. La Solana, noviembre 1994)

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Una de romanos

Una de romanos

Muchas veces hemos hecho referencia desde estas líneas al carácter de zona de transición de nuestra tierra. La ruta de este número nos lleva por alguna de las numerosas huellas dejadas en Berberana y Villalba por quienes conocieron y disfrutaron el valle antes que nosotros, aunque sus intereses principales no estuviesen precisamente aquí. El trayecto de hoy empieza y acaba en Berberana, y es un cómodo paseo que discurre por algunos de los lugares donde se han hallado muestras del asentamiento de civilizaciones anteriores en Losa. Podemos dejar el coche en las inmediaciones del restaurante Amparo, y desde allí, tomar una pista de hormigón que nos conduce al río. Antes de cruzar el puente, un sendero nos acercará hasta Santueña, un sencillo paso sobre las aguas cuya construcción se atribuye a los romanos. Volviendo sobre nuestros pasos hasta los restos del antiguo molino, cruzaremos al otro lado del río para acceder al entorno de la torre, que nada tiene que ver con los romanos, ya que es varios siglos posterior. Está, eso sí, vinculada a los linajes de Urbina y Berberana, que se establecieron luego en Miranda, y puede merecer una visita por su relativo buen estado de conservación. En un número anterior de “La Solana” hacíamos referencia a la casi segura conexión entre los habitantes de esta torre y quienes ocupaban el castillo de Astúlez y el llamado Fuerte de Berberana, que estuvo ubicado en un punto estratégico privilegiado para vigilar los movimientos que se producían en el Valle de Ayala. Sea como fuere, se puede pasar un buen rato visitando esta torre y dedicándose a “leer entre líneas” cuanto se puede deducir de sus bastante bien cuidados restos. Al poco de retomar nuestra vía principal de hormigón junto al puente, una desviación de acceso a una finca nos franquea el paso al yacimiento romano de Ostuño. Ahora mismo no hay otro signo evidente que no sea la coloración negruzca de parte de sus tierras, pero los hallazgos arqueológicos efectuados ponen de manifiesto la existencia de un asentamiento romano que se prolongó desde finales del S. I dC hasta el S. IV. Camino de concentración parcelaria adelante, el recorrido no va a ser nunca complicado, aunque en algún momento sí haya que subir cuestas. Con ellas iremos perdiendo de vista Berberana, y nos asomaremos hacia el O por entre olmos, avellanos y algunos arbustos propios de la zona. En varios momentos se bifurcará nuestro camino, pero nosotros continuaremos siempre por la opción situada a la derecha, dejando las vías alternativas, que conducen a fincas y fuentes del término municipal de Berberana, que no son nuestro objetivo de hoy. Sin apenas darnos cuenta, el camino será ligeramente descendente, tendremos ante nosotros Villalba y su rica sierra, y, hacia nuestra derecha, una cabaña de construcción moderna situada en mitad de un cercado, y que nos servirá de referencia para localizar otro yacimiento romano. Como tantas veces, la primera pista que sigamos será la coloración negruzca de las piedras y también los desniveles en terrazas que aparecen súbitamente en zonas llanas. En el caso que ahora nos ocupa, observaremos además que hay una notable cantidad de piedras en las fincas, especialmente en las zonas que se corresponden con las dos características antes aludidas, y que, muy probablemente, formaban parte de los edificios que componían este núcleo de “Las Cascajas”. Si alguien quiere pasar un rato entretenido tentando a la suerte con la posibilidad de encontrar una muestra, siquiera pequeña, de otros tiempos (recuérdalo, tú que nos lees habitualmente: mejor un día sin sol y después de la lluvia), puede situarse frente a la cabaña para orientarse, y luego avanzar por la derecha del edificio , y pronto encontrará una de esas terrazas. O, si no, salir del cercado, y, en dirección a Villalba, identificar allí mismo la zona por el color, justo antes de llegar a la otra cabaña que está poco más abajo. ¡Feliz y próspera búsqueda¡ Con hallazgo o sin él, el camino hasta Villalba no deja lugar a dudas. Mientras nos acercamos, tenemos una buena oportunidad de observar cómo la zona del castillo, que antes estaba un poco alejada del núcleo, ha quedado ya unida al pueblo por medio de sucesivas construcciones. También es momento de ver a la derecha “el pirulí” de la telefonía móvil, que, quién sabe si nos ayudará a algunos a tener cobertura, o si seguirá dejándonos aislados hasta volver a la ciudad... A Villalba accederemos por una pista de hormigón que impresiona un poco, pero es cortita. La encontraremos antes de llegar a la fuente y el lavadero, a mano derecha. Posiblemente Villalba era ya un núcleo de población notable cuando los romanos llegaron al valle en su intento de conectar la importantísima vía que comunicaba Astorga con Burdeos y la calzada que atravesaba el valle de Mena. Parece ser que sus dimensiones reseñables justifican la existencia de estos pequeños núcleos habitados por los que discurre nuestra ruta de hoy, y que serían en aquel momento el equivalente a barrios alejados o pedanías de la actualidad. Lo cierto es que ahora mismo las muestras históricas visibles son muy posteriores. Una casa queda que ha conservado elementos arquitectónicos de sus primeros tiempos (arcos ojivales en las puertas, una ventana geminada,...) que han sobrevivido a las sucesivas modificaciones que ha ido sufriendo el edificio. También quedan tres casas blasonadas, una de ellas con una destacable fachada de sillería la iglesia, con una nave de gran altura, un enterramiento y un retablo recién restaurado la que dicen fue casa natal de Juan de Garay y una variada muestra de referencias y homenajes a su persona vinculados a Argentina una construcción del S. XVIII acreditada por la placa correspondiente ... y más de una leyenda sobre el pasado del castillo, hoy casi desaparecido como tal. No podemos abandonar Villalba sin hacer referencia a algo que es verdaderamente insólito en estos tiempos, y es que en este pueblo hay muchos niños, que, quién sabe si continuarán dentro de unos años aquí o se habrán ido, pero que ahora mismo le dan un calor y una alegría que para sí quisieran otros muchos pueblos no sólo de España. Salimos de Villalba por la Cuesta de los Alberques, en dirección a Zaballa y Mijala. Si no ha llovido, puede merecer la pena aventurarse por el camino sin asfaltar que bordea la cuesta. Allí, antes de llegar al puente sobre el río, hay otro camino cada día más cerrado porque no se transita y que es verdaderamente bonito. Si el calzado o el estado del suelo así lo permiten, puede optarse por esta vía, que, pasando junto a lo que fue el Molino del Manzanal y el Molino de Máximo, llegará también al puente de Galbarra, una de las referencias del tramo final de nuestra ruta. Si las circunstancias así lo aconsejan, seguiremos la carretera desde Villalba hasta llegar al cruce, donde tomaremos dirección a Mijala. Al poco, modificaremos nuevamente la ruta y tomaremos dirección a Múrita. Estamos en las inmediaciones de una serie de enclaves históricos destacables. - Entre lo que era el Molino de Mijala (junto al puente que hemos cruzado inmediatamente antes de girar hacia Múrita) y la cuesta que bordea el pueblo, en el término de “Las Torcidas”, en 1.977 fueron hallados varios restos (piezas dentales, cerámicas y alguna lámina de sílex) que datan al parecer de la Edad del Bronce, un período histórico que, según los expertos, terminó en Europa hace unos 2.700 años. - También por la zona, en el término de Ogarte, se localizaron hace 10 años algunos fragmentos de cerámica correspondientes a la Edad del Hierro, es decir, de entre hace 2.000 y 3.000 años. - Más cerca del puente de Galbarra, siempre en dirección hacia Múrita y Berberana, vemos a ambos lados de la carretera esas tierras negras ya tantas veces aludidas. Corresponden fundamentalmente al término de “El Pedregal”, y allí fueron halladas en 1.977 interesantes restos arqueológicos, fundamentalmente de la llamada cerámica “sigillata”, que datan de entre los siglos II y IV dC. Esta era una cerámica de uso común durante el Imperio Romano. Se hacía con arcilla rojiza y posteriormente se barnizaba además, solía tener la firma del autor estampada mediante un sello . Las muestras más famosas se recogieron lejos de aquí, en Tarragona, Palencia y Badajoz, pero resulta estimulante saber que, si abrimos bien los ojos a lo que nos rodea, podemos llevarnos más de una sorpresa. Si no te tienta la arqueología o visitas la zona en una época del año en que no resulta posible (o aconsejable) entrar en las fincas, continúa sin más tu paseo. Un arbolado perpendicular a tu trayectoria indica la presencia de un río. Cuando lo alcances, estarás sobre el puente de Galbarra. A unos 200 mts. en línea recta encontrarás una pista por tu izquierda que te conducirá a Múrita. Si estás de suerte, puede que presencies en directo una exhibición de aeromodelismo. Si no, Berberana y tu coche están “a tiro de piedra”. (Begoña y Mari Luz. La Solana diciembre 2000)

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Lobera de Pérez

Lobera de Pérez

Desde el pueblo de Río de Losa nos dirigimos al camino forestal que lleva a Oteo. Aproximadamente a unos 900 metros de distancia de Río, caminando encontramos una curva a la derecha muy pronunciada donde abandonaremos el camino y nos introduciremos en el bosque, por la izquierda del camino. Allí al lado, aparecen unas edificaciones que responden al nombre de “El Campamento”. Ya en el bosque, y teniendo las construcciones del “Campamento” a nuestra izquierda, vamos andando muy pegados a las casas. Al acabar estas, encontramos una senda que nos sube hasta la fuente, (apenas 50 metros) Fuente Muyentes, donde podemos refrescarnos. A la derecha de esta fuente aparece un camino que acerca a la lobera. En este camino aparecen árboles caídos que no dificultan la subida, y nos reafirman que vamos por el lugar indicado. Al llegar a las peñas aparece una barrera de alambre de espino que delimita el monte de Río del monte de Perex, la Barrerilla de Perex. Estamos cerca de la Lobera. Después de cruzar la Barrerilla y subiendo por la derecha, a unos 60 metros aparece el pozo de la lobera. Rodeando la pared izquierda, encontramos una puerta a unos 18 metros, por la cual podemos pasar a su interior y acercarnos a observar el pozo rectangular. Dando la espalda al pozo, vemos cómo las paredes se van alejando una de otra mientras caminamos. En el interior de este recinto aparecen unos parapetos de piedra que servían para que los escopeteros esperaran al lobo y al pasar éste, disparar para empujarlo hacia el pozo. Hemos contado tres parapetos. Señalar también, que las piedras más altas de las paredes asoman una parte hacia el interior para dificultar el salto del lobo hacia el exterior. El estado de conservación de la lobera es bastante bueno. El paseo hasta la lobera puede llevarnos de una o dos horas desde Río a un paso tranquilo. Merece la pena contemplar el arduo trabajo realizado para construir esta trampa para lobos e imaginamos una batida en su interior. Ya desde los tiempos de la prehistoria, los hombres han aprovechado los accidentes del terreno para cazar animales con trampas. En aquellos tiempos a los caballos, por ejemplo, se les empujaba hasta barrancos por los que se despeñaban y así obtener su carne. En referencia a esta lobera, señalar que se aprovechó esa cavidad existente (pozo de la lobera) para, a partir de ahí, levantar dos paredes, una de las cuales, aprovechando el corte de la peña, es de menor longitud que la otra (pared derecha). Además de la lobera de Perex, existen otras en: Berberana, Castrobarto, Relloso, Villabasil, Río de Losa, entre otras, cuyo estado de conservación varía entre las que se conservan restos de paredes bien visibles y las que su deterioro las hace pasar desapercibidas.

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