Los losinos de la Losa baja ya conocen bien la Sierra Pelada. Es una sierra un tanto engañosa, al ser una montaña chata en comparación a los montes de la Peña. Pero nada le tiene que envidiar, ya que alcanza prácticamente los 1000 m de altitud, y desde su cima la vista puede alcanzar a ver todas las Merindades del norte de Burgos.
A la gente le gusta el monte en sí, sus ondulaciones. Esta sierra no tiene tanto peligro como otras, es más suave. Lo malo es que no está a mano. Aún así, cada vez sube más gente andando, en moto o todo terreno.
La ruta que nos disponemos a describir el equipo de LA SOLANA es cómoda y fácil de seguir sin perderse. Con una duración de 3 horas, del pueblo de Návagos al vértice geodésico de Sierra Pelada-Villaventín - Návagos.
Comenzamos en Návagos, en la fuente del antiguo lavadero, hoy en día restaurado. Desde la fuente cogeremos la primera calle a la derecha y, a pocos metros, nos encontramos con otra fuente antigua, y un cruce de camino de concentración. Allí cogemos a la derecha y continuaremos por él.
A unos 400 m sin dejar este camino, nos toparemos con un cruce en el que hay un pozo de tierra y dos robles grandes. A la derecha, iríamos a Momediano, y a la izquierda, en dirección a Villaventín. Elegiremos el de la izquierda, y sin dejarlo, poco a poco, el camino de concentración de zahorra se perderá, y pasará a ser de tierra. La pista de concentración no sigue el antiguo camino, que discurría más a la izquierda. Por él se subían los bueyes y el resto del ganado a los pastos. Por el camino de los vinateros, a la izquierda, iban los vinateros de pueblo en pueblo vendiendo pellejos...
El camino paso a Salinas a los ultramarinos...(Camino que de cuevas baja a Villaventín) Eran las carreteras antiguamente.
A 1,2 Km del cruce del pozo y los dos robles, nos encontraremos con otro cruce y dejamos el camino que va a Villaventín para tomar el camino que sube a mano izquierda. Por este camino llegaban desde Betarres, Villate, y Gobantes andando para el estraperlo, en dirección a Castro, al tren de Cadagua.
Antes era un camino casi intransitable, pero, al tener que subir los vecinos de Návagos a cuidar las cabras a la sierra con los tractores, se ha conservado mejor. Sin dejar este camino, vamos paseando entre encinas centenarias, serpenteando y subiendo bastante en algunos tramos. En esas encinas, castigadas tantas veces por los rayos, gelaban los pastores, ordeñaban,... Ese era el punto también donde se resguardaban las yeguas del mal tiempo. A este lugar se le conoce como Valdecilla.
Llegamos a una zona más abierta de vegetación, dando paso a los pastizales. Pasamos al lado de un muro, entre tantos que rodean toda la sierra. Es un buen monte para cuidar ganado, sobre todo ovejas y cabras. Antiguamente sólo había pastos, prado. La carrasca que hoy podemos ver, ha crecido después de dejar de subir el ganado al monte.
En esta sierra se juntaban los pastores de Návagos, Villaventín, Villalacre, y Rosío. Aún habiendo tanto ganado, los pastos daban para todos. Son buenas tierras para ello, ya que nevaba y nieva mucho aquí arriba, y estos suelos necesitan agua.
En este punto vemos el valle de Traslaloma. Estos son terrenos de Rosío. Justo antes de subir al vértice de la sierra, en este punto del paseo, podemos ver las cuevas de Lambrero. En su día se usaban, por ejemplo, para pillar las cabras. Hoy podemos ver cómo las dos bocas que en un momento se comunicaban, se han cerrado al caer la piedra, la tierra... especialmente la más amplia. La otra, aunque su entrada es más estrecha, tiene más profundidad. Comienza con una bajada de gran inclinación por la que, de pasar, habría que hacerlo a gatas, y se llegaría a un ventanuco de luz que también podemos ver desde el exterior. Después hay una gran sima, por lo que se hace intransitable el paso.
Si se viene pronto por la mañana, se pueden ver corzos, zorros, jabalíes, incluso años atrás hubo algún lobo. Más tarde, estos animales se resguardan entre la vegetación de las laderas, y es más difícil encontrarlos.
Las vistas desde este lugar son bastante buenas. Tranquilamente podemos distinguir mirando hacia el oeste: Villalacre, Salinas, Rosío..., las carreteras que los unen... En el otro sentido vemos los montes de Perex.
A partir de este lugar, tenemos cuidado de no perder la senda, siempre en dirección NE, cumbreando toda la sierra hasta llegar al vértice. Aún cerrado por sus cuatro paredes, encontramos el Huerto del Rey. En él los pastores hacían meriendas al empezar y al acabar el ordeño. Tomaban vino y descansaban. En su día tuvo incluso una verja. Sembraban hortalizas e incluso tabaco. Del 3 de Mayo al 14 de septiembre, fechas de las meriendas, se les dejaba ordeñar a los pastores para ellos, y así podían hacer queso para vender. Además de la leche, les daban unas 20 ó 30 fanegas de trigo, una finca para sembrar patatas y una casa donde vivir. Tenían también sus propias cabras. Eran como un vecino más del pueblo. La sierra era punto de encuentro de los pastores.
En el suelo hay un montón de piedras que tiene forma de cruz, que se supone que son de la guerra. Justo se encuentran al lado del monjón y de buzón de correo de montañeros. En este último podemos leer la altura a la que nos encontramos: 964 m
Como ya hemos dicho, las vistas desde aquí no tienen nada que envidiarle a cualquier otro monte de los alrededores. Podemos distinguir claramente en un día despejado Villaventín, Castresana, Castrobarto, Salinas y Monte de Rades.
Mirando hacia Villaventín, en dirección NE, y pasando por una vaguada que tiene un pozo de agua para el ganado, ascendemos más tarde a otro alto llamado Pico Falsa Pelada. Desde este punto ya es todo descender. Por una senda dificultosa entre encinas espesas daremos vista a Villaventín; y saldremos a este pueblo por una calleja que bordea la iglesia, con una suave bajada entre avellanos.
En este pueblo, situado a 720 metros sobre el nivel del mar, podemos ver un ábside de estilo románico, único vestigio de la antigua iglesia. De la parte más baja del pueblo sale el camino en dirección a Návagos, el ya aludido camino de los Vinateros.
Se aconseja cerrar las barreras del ganado, no hacer fuego, ni tirar basuras.
(Aída y Felix. La Solana , julio 1999)