Monumento Natural del Monte Santiago

Monumento Natural del Monte Santiago

Localidad: Varias Monumento Natural del Monte Santiago Al noreste de la provincia de Burgos y noroeste de la de Álava se encuentra este conjunto natural único en España, justo al sur del puerto de Orduña, al que se accede bien desde la parte sur de dicho puerto por Berberana o desde la parte norte partiendo de Orduña (un enclave vizcaíno situado en Álava) y continuando por tierras alavesas hasta coronar el puerto. El Monte Santiago, conocido originariamente como Puerto de Orduña, en territorio burgalés, es un magnífico bosque de hayas entre la Sierra Salvada o Gorobel y la Sierra de Gibijo. Desde él y partiendo de la cumbre del puerto se puede acceder al mirador desde el cual se contempla el Salto del Nervión y el cañón que forma el río del mismo nombre, o al monumento en honor a la Virgen de Orduña. Red de senderos PR.BU.41 Mirador Esquina Rubén PR.BU.42 Mirador del Nervión PR.BU.43 Senda del hayedo PR.BU.44 Senda del karst PR.BU.45 Senda del cortado PR.BU.46 Puerto de Orduña PR.BU.47 Charca del Cortón PR.BU.48 Camino de Alterla PR.BU.49 Senda de la dehesa PR.BU.50 Senda del encinar PR.BU.51 Dehesa del agua PR.BU.52 Senda de Pozalagua

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De Llorengoz a Ponata

De Llorengoz a Ponata

Localidad: Llorengoz Amiga o amigo que nos lees, hoy vamos a proponerte un paseo por la zona más oriental de nuestro valle. Si la conoces, sabrás que es un recodito de la provincia de Burgos que se sitúa como una cuña, entre Alava y Vizcaya. Tanto es así que nuestro recorrido de hoy va a llevarte a visitar también una pequeña parte de estas tierras vecinas. COMO LOCALIZAR EL PUNTO DE PARTIDA. El paseo empieza en Llorengoz. Hasta aquí puedes llegar por una carretera de concentración parcelaria que une los pueblos situados en la vertiente izquierda de esta parte del valle (Lastras, Teza, Villacián, Barriga y Villaño) o por un ramal de la carretera comarcal que se coge a la altura de Villalba. La segunda ruta te permitirá llegar hasta Llorengoz, tu primer objetivo, a través de los llamados Valles de Zaballa, disfrutando de un paisaje que te sorprenderá a la vuelta de cada curva de tu camino. Cuando el valle se abra de una explanada podrás ver recortándose en el horizonte la imagen de la virgen de la Antigua que, aunque patrona de la ciudad vizcaína de Orduña, está situada en terreno del municipio de Villalba. Sea cual sea la fórmula que elijas para llegar hasta Llorengoz, localiza allí una fuente a la orilla de la carretera. Si llegas por Villaño, no necesitas ni siquiera entrar al pueblo, porque está algunos metros antes, a tu izquierda. En cuanto la tengas a la vista, empezamos el camino. DESCRIPCIÓN DEL RECORRIDO. Al lado mismo de la fuente empieza un sendero de piso irregular. Síguelo y, si en algún momento dudas, mantente en tu ruta hacia la derecha, bordeando la ladera, o llegarás a la ermita de Valcorta, y ese no es nuestro objetivo de hoy. Irás cogiendo altura y, antes de que te des cuenta, tendrás a tu derecha una magnífica panorámica. A tus pies, Llorengoz, punto de confluencia de varias pistas: empezando por la derecha, la que te llevará a Villaño luego, la carretera que viene de Villalba, a la que se unen dos ramales, el primero que conduce a Fuente Mayor (antiguo lavadero del pueblo) y el segundo que te llevará hasta Zaballa por la izquierda, llegando hasta el centro del pueblo, una pista más que se dirige a la Fontana, el manantial que abastece a los vecinos de Llorengoz. A tu izquierda Sierra Salvada, enfrente y a lo lejos, la N-625 que continuará por tierras de Alava y a tu derecha, Losa. Sigue tu ascensión por una pista a ratos de roca viva. Cuando alcances el Alto del Hayal, tu camino torcerá a la derecha y dejarás a tu izquierda una pista trazada sobre la hierba que conduce a un hayal digno de ser visitado en otoño. Sigiuiendo el curso del valle que se encuentra, disfrutarás de un paisaje sin par, y si conoces los vericuetos podrás llegar a Barriga, a Villaño o, una vez más a la ermita de Valcorta. Seguimos pues, por la derecha, sin ninguna posibilidad de perdida. Sin tardar demasiado, avistamos Pozo Encimero. Si visitas la zona en verano, con toda seguridad encontrarás unas cuantas cabezas de ganado combatiendo sabiamente el calor entre las aguas aunque sea mermadas del pozo. Si vas en tiempo de nieves, localiza la piedra más pesada y arrójala sobre sus aguas heladas. Si consigues romperlas, ponte en contacto con “La Solana” porque tenemos un premio para entregarte. Con la emoción de la hazaña, no olvides disfrutar de de la contemplación de los increibles churretes de hielo (CARAMBANOS, según el diccionario) que sin duda colgarán de las rocas que ermitan el camino de la izquierda. Allí mismo, al terminar esa pared rocosa, confuyen dos alambradas. A tu derecha, antes de pasar la barrera, está la que marca el fin del rico monte de Villalba. En cuanto pases al otro lado de la alambrada, abandonas no sólo el monte de Llorengoz, sino también la provincia de Burgos. Estás en el pico alavés de Mojón Alto. S el buzón de montañeros no nos engaña, te encuentras a 1.066 metros de altitud. Tómate, si quieres, un respiro, y relájate porque inicias el descenso. El resto del camino hacia Ponata puedes hacerlo siguiendo nuestra ya conocida pista, que gira levemente hacia la izquierda. Coge luego la primera desviación a la derecha y ya, sin parar hasta el borde de la sierra. Si, como esperábamos, haces el recorrido andando, ataja por el prado cogiendo dirección ligeramente a la derecha. Enseguida verás a lo lejos la pista ya citada en línea recta perpendicularmente a tu dirección. Esa pista y el bosquecillo de hayas donde describe una curva con tu referencia. Dirígete a la curva. Ante ti tienes dos picos de la Sierra Salvada. El segundo de ellos, el Tologorri, por increíble que en ese momento te parezca, tiene como Mojón Alto, 1.066 metros de altitud. En algún momento de tu descenso hacia Ponata pasas de Alava a Vizcaya, por eso no va a cambiar para nada las características de tu paso. Cuando hayas alcanzado la pista, estate atento a tu izquierda. Algunas rocas y varias piedras de buen tamaño forman una especie de corralillo en torno a dos hayas al que se accede por un paso estrecho. Es lo que los vecinos de Llorengoz conocen desde siempre como el Corro de las Hayas, aunque ni siquiera ellos sepan quien lo construyó ni con que fín concreto. Pocos metros más allá se divisan entre los árboles las casas de madera de los pastores de Ponata. Ahí mismo, a tu disposición, una fuente y también un pequeño refugio de montaña al que podrás acceder previa tramitación en el Ayuntamiento de Orduña. Por experiencia propia te decimos que salir a desayunar entre las hayas de Ponata es una delicia, incluso si es mayo y ha nevado. No dejes de asomarte al Valle de Ayala. Allí mismo, a tu derecha, el camino que desciende hacía Venta Fría y Lendoño de Arriba, en las inmediaciones de Orduña. En el horizonte, montes y más montes, y entre ellos, con nieve en la cima durante varios meses al año, el Gorbea (1.475 metros), también entre Alava y Vizcaya, aunque a unos cuantos Kilómetros de Losa. Si aún puedes contener las ganas de atacar el bocadillo, anímate a subir a la cima del Tologorri. De verdad que no es tan fiero el lugar como lo pintan. Si no, no lo pienses más: allí sobre aquellas rocas, mientras se refresca la fruta en el manantial, cualquier cosa te sabrá a gloria. Para el regreso no dudes en seguir la pista, porque tardarás prácticamente lo mismo que si tratas de atajar, pero llegarás mucho mejor. Aprovecha en Mojón Alto para disfrutar de una amplia panóramica sobre el valle que te llevará hasta San Llorente y sigues luego el camino de subida, hasta Llorengoz. Cuando llegues no dejes de visitar la curiosa portada románica de su iglesia. Este paseito, con bocadillo en Ponata incluido anda por las tres horas de duración sin forzarse demasiado. Si lo piensas hacer en un día soleado, ten en cuenta que no hay apenas sombras. NOTA DE LA REDACCIÓN: Nuestro agradecimiento a Paco, Severiano, vecinos de Llorengoz, que nos asesoraron para la elaboración de esta ruta.

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Por Tierras de San Martín

Por Tierras de San Martín

Localidad: San Martín La ruta de hoy parte del entrañable rincón losino que es la ermita de Ntra. Sra. de Ahedo, situada en las proximidades de San Martín. Ya un tanto deteriorada por el paso del tiempo, la ermita se yergue justo en el linde entre el llano del valle y la pendiente umbría que nos conducirá hasta el alto. Nada queda de la vivienda del ermitaño que, según parece, estaba situada a partir del muro derecho del edificio. También se ha perdido, aunque mucho más recientemente, las vidrieras que ornaban las ventanas. La Solana no ha conseguido ponerse en contacto con persona alguna que pueda dar fechas sobre la construcción de esta ermita, pero por la observación directa de la misma, cabe pensar que se trata de un edificio con rasgos de arquitectura barroca, característica del siglo XVII. Sería, por tanto, alrededor de un siglo más antigua que la ermita de San Antonio, de Villaluenga, también citada en estas páginas. Hace ya años que las campanas permanecen mudas en la espadaña. Se perdieron las romerías que congregaban a losinos y vecinos de Boveda, pero de su existencia en el pasado reciente dan fe las destartaladas mesas de piedra y el olvidado juego de bolos, siempre presente allí donde dos o más losinos se reúnen con frecuencia. No te detengas más, echa un trago en la fuente y emprende la ascensión por esa senda empinada de suelo pedregoso que vas a localizar a poco que te fijes. No te detengas más, echa un trago en la fuente y emprende la ascensión por esa senda empinada de suelo pedregoso que vas a localizar a poco que te fijes. En tu ascensión vas a encontrar los restos de un haya derribada por el viento, que se había quedado hueca. Otras muchas hayas han caído en este Monte Escabroso por la mano del hombre. Guiadas por intereses diversos, la tala de hayas y la posterior repoblación con pinos, han dado lugar a un bosque donde se mezclan no sólo estas dos especies, sino también el roble, que al parecer se va introduciendo de forma natural entre los hayales. Si has parado a tomar un respiro junto al haya caída, tal vez puedas escuchar por tu derecha el sonido del manantial que surte de agua a los vecinos de San Martín. Desde luego podrás levantar la vista hacia las rocas calizas que forman la Peña de la Hoz, ahí arriba, donde termina el Monte Escabroso y empieza el llano. A medida que vas acercándote a la Peña, la senda se revuelve en unas curvas cerradas y de pendiente considerable. Produce asombro saber que el camino que has traído desde la ermita fue frecuentemente utilizado como vía de entrada del vino de Rioja en nuestro Valle. Lástima que Navarro el de Fresno o Pepón el de Perex no puedan ya contarnos cuántas soluciones tuvieron que improvisar para llegar al llano con la carga a salvo. Has alcanzado la Peña de la Hoz y el panorama se despeja a tu espalda. Obre la copa de los árboles empiezan a aparecer algunos de nuestros pueblos. Sigue la senda hasta el final y una barrera metálica te indicará que has llegado al llano de El Toyo. A la derecha de la barrera, clavada en un árbol, la matrícula de un coto te recuerda que entras en tierras de Alava. Aunque salpicada de algunas zonas de arbolado, el área de El Toyo que tienes ante ti es básicamente un rico pastizal que ha sido fuente inagotable de controversias entre los vecinos de Bóveda y los de San Martín. Desde tiempo inmemorial, las negociaciones para resolver estos enfrentamientos han dado lugar al establecimiento de los llamados alcances, es decir, permisos para que los vecinos de un pueblo puedan disfrutar de los terrenos del otro de acuerdo con unas normas pactadas. Antes de adentrarse en El Toyo, gira hacia el Valle y verás ampliada la perspectiva de unos cuantos de nuestros pueblos. Si te fijas un poco y sabes por dónde buscarla, localizarás hasta la ermita de Sta. Isabel de Villabasil. Ya que estas aquí, tal vez te merezca la pena acercarte hasta los restos de dos dólmenes que se encuentran en las proximidades. Anda en recto y hacia tu izquierda y alcanza la pista que atraviesa el pastizal los encontrarás nada más rebasarla, allí donde se inicia una de las zonas de arbolado de El Toyo. Uno de ellos está completamente hundido, pero el otro, situado en una pequeña elevación dentro del llano, aún permite distinguir la distribución circular de piedras que los caracteriza. Es una panorámica privilegiada la que tienes ante ti: Peña Gobía, en la zona de Corro Valderejo, allí donde ves un repetidor la Sierra de Lerón, con su buitrera casi perdidas en el horizonte, esas tierras de Burgos, ya cerca de Cantabria, donde, invierno tras invierno, descubrimos las primeras nieves más cerca de nosotros, los Montes de la Peña, con la silueta inconfundible de la Portilla de Castrobarto y la Sierra Salvada. Toma la pista y avanza por el pastizal en dirección oeste. Después de un agradable paseo por las tierras que fueron de la granja de Bóveda, veras a tu derecha un bosquecillo de pino y los restos de una tapia. Avanza hacia ellos a través del pastizal y pasa entre la tapia para meterte entre los árboles. Estás en Pico Corral, que debe su nombre a los distintos refugios que los pastores hicieron mucho antes de lo que puedan recordar los losinos de más edad. Con paciencia y atención podrás descubrir restos de alguna de las cabañas entre los árboles. Ahí mismo, en el borde de la Peña de la Hoz, una encina solitaria señala un interesante punto de nuestro recorrido de hoy. Toma la orientación adecuada y verás que estás en línea recta con la imagen de la Virgen de la Antigua, en tierras de Villalba, y el emblemático monte Gorbea. A escasos metros de esa encina, al otro lado de la alambrada y descendiendo por un tortuoso caminillo, tienes una cueva, por si te gustan el fresquillo y la oscuridad. Quienes la han visitado dicen que merece la pena. Si prefieres los ambientes soleados, busca un camino de piedra no lejos de allí. Es suficientemente ancho y visible, pero por si tienes dudas, te diremos que está atavesado por una pared de piedra que levantaron los vecinos de Bóveda para que sus reses no pasasen a tierras de San Martín. A la altura de la tapía, de nuevo en Burgos, le sale al camino una derivación que conduce hasta otra cueva y un impresionate tejo situado en las inmediaciones. Tomes una vía o la otra, vas a llegar a Pilón Nuevo, donde puedes parar a echar un trago y comer algo mientras contemplas las dos Callejas, nombre que se ha dado a sendas hondonosas que presenta nuestro ya familiar Monte Escabroso. Desde allí, en pocos minutos, estarás otra vez en la ermita, con la satisfacción de conocer un poquito mejor nuestra tierra y la sensación de bienestar que produce un paseo por el monte. (Begoña y M. Luz. La Solana, marzo 1995)

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Mirador Alto de la Guardia

Mirador Alto de la Guardia

Localidad: Calzada El recorrido que proponemos en este número 4 de “La Solana” describe un triángulo que empieza y termina en Calzada. Como todos los anteriores, no presenta grandes dificultades ni requiere demasiado esfuerzo, y para todos aquellos que lo completen, ofrece una vista privilegiada desde el mirador. Con todo lo que vimos y algunas de las muchas cosas que Felipe Villamor, vecino de Calzada, nos enseñó durante el paseo, hemos elaborado esta ruta con esperanza de que os sea de ayuda a quienes venzáis la pereza y “os echéis al monte”. La ruta empieza en las proximidades de Calzada. Al llegar al pueblo desde Quincoces, se gira hacia la izquierda y se toma una pista que, de agotarla, nos conduciría a Río. Cogemos luego la primera desviación a la derecha y, más tarde, al llegar a una bifurcación del camino, continuamos por la izquierda. Seguimos esa dirección hasta que, a unos 2 Km. Del casco urbano de Calzada, poco antes de un poste del tendido eléctrico nos salga al camino que sigue hasta Villaluenga, giramos a la derecha y nos situamos en la dirección adecuada para iniciar el ascenso al Monte de la Guardia, registrado con el nº 400. Es posible llegar en coche hasta este punto del recorrido, pero de aquí en adelante, seguimos a pie. Estamos en el término conocido como El Valle. El camino es amplio y cómodo y, afortunadamente, se ha librado por ahora de los destrozos que ocasiona el uso indiscriminado de vehículos todo - terreno en nuestros montes. Enseguida encontramos la primera barrera de alambre, que podemos franquear por la derecha sin necesidad de abrir. A ambos lados de la pista forestal, que sirve a su vez de cortafuegos, se entremezclan hayas, pinos, robles, iscarrios (nombre con el que en estas tierras se conoce el arce) y algún avellano. Ahora que hay tan poco ganado en la zona, el bosque se está cerrando y se está convirtiendo en un refugio perfecto para los jabalíes, que tienen, además agua y fincas “a tiro de piedra”.

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Tunel de la Complacera. Fuente de los Pilares

Tunel de la Complacera. Fuente de los Pilares

Localidad: Túnel de la Complacera Tanto cambio de tiempo, hoy bueno, mañana malo hace que se te quiten las ganas de hacer planes. Por si acaso no se te ocurre nada que hacer en uno de esos días en los que el tiempo parece acompañar nosotros desde “La Solana” te animamos a darte un paseo por el Valle. Un recorrido, sencillo y con variantes para los más “intrépidos”. Perfecto para cualquiera que quiera, bien darse un simple paseo o incluso coger la bicicleta para hacer la ruta, como subir por zonas con mayores pendientes. En definitiva para todos los que nos gusta el Valle, o queremos conocerlo un poco mejor. ¿Nos ponemos en marcha?. ¿Si?. Pues vamos poco a poco, en coche (en principio) hasta Relloso. Desde que tomamos la carretera al pueblo desde Quincoces podemos ver casi en todo momento al Jerea, en estas fechas con un abundante caudal. También a mano derecha vemos desde las alturas, Suso, con sus casas casi derruidas por completo. Seguimos avanzando por la carretera, y después de una barrera para el ganado a mano izquierda se encuentra el pozo de ”Yago”. Algo más adelante encontramos un camino a mano derecha que lleva al monte “Guriezo”, este camino pasa por el llamado “Puente Nuevo”, que según dicen, se construyo en un día. Es curioso contemplar cómo se utilizó la erosión de la roca para dejar pasar el agua y como se pusieron piedra sobre piedra para construirlo. Hoy el puente tiene dos barreras para evitar el paso del ganado a uno y otro lado. A la izquierda están Callejas y Cedeo (montes comuneros), perteneciente a Lastras de la Torre y Quincoces. Una vez visto esto continuamos hasta Relloso, dejando el pueblo de San Miguel de Relloso a la derecha. Una vez en Relloso, tomamos dirección al “Pico del Ahorcado” por el camino de La Complacera según se sale del pueblo hacia el monte a la izquierda. Subiremos hasta el túnel de La Complacera que es un paso al Valle de Mena, desde donde podemos contemplar casi la totalidad del Valle. También vemos los montes de Ordunte e incluso a la izquierda Peñalba. Podemos dejar cerca de la carretera el coche para empezar la ruta, o si no ya que hemos llegado aquí, subir al repetidor instalado en el Pico Castro Grande, de 1.086 metros para ver desde arriba el “Pico del Ahorcado”, para muchos también llamado “Pico del Fraile”. Lo dicho, desde el mismo túnel de Complacera vemos al lado del camino (según se sube el camino a mano derecha) un sendero que nos llevará bordeando la ladera hasta casi el Monte de Gurieta, donde está nuestro destino. Se trata de un sendero llano, más o menos ancho por donde se puede pasar (incluso) en bicicleta. Según vamos andando, dejamos atrás el túnel y contemplamos perfectamente todo el vallejo de Relloso, el pueblo, sus fincas..., también según andamos podremos, según lo que haya llovido, ver muchos manantiales y arroyos que bajan, encharcando un poco ciertos tramos del camino. Después de un rato, más o menos a la mitad del camino del recorrido, encontramos otro paso a Mena. Hay que pasar un par de puertas o alambradas de ganado. Desde aquí veremos un camino que baja a mano derecha, el cual puede ser una alternativa de camino. A él se llega por el camino de parcelaria a mano derecha según se sale de Relloso. Está bastante bien marcado, pues tiene mucha más inclinación. Nosotros para llegar a la “fuente de los Pilares” tomaremos un sendero que hay siguiendo hacia arriba a la derecha. Al principio, sólo se intuye pero al dar unos pasos ya lo podremos seguir. Este sendero es algo más estrecho que el anterior, pero se sigue igual de bien. Al seguir andando por él, también encontraremos algunos manantiales incluso algunas cuevas. Cada vez nos acercamos al monte Gurieta. Casi al final nos encontraremos con la “Fuente de los Pilares”. Se llama así por un pilar de piedra formado por la acumulación de cal al caer agua. Hasta llegar a este punto, hemos tardado aproximadamente una hora, finalizando el recorrido. Para los curiosos, si continuamos, encontraremos una bifurcación, por lo que si se toma el camino de arriba, se llega a la “Ventana de Gurieta” después de un largo camino de algo más de una hora, y, si se toma el camino de abajo, se llega a San Miguel de Relloso. El camino de vuelta será el mismo en dirección contraria. Poco a poco, llegaremos hasta el punto de partida, y desde aquí hasta casa. Feliz regreso. (Aida. La Solana, abril 1998)

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Por los Campos del Juncal

Por los Campos del Juncal

Localidad: Campos del Juncal Puede que tú, que nos lees habitualmente, pienses que siempre decimos lo mismo pero de verdad que esta ruta que ahora te proponemos es bien especial. Con ella te llevaremos tras las huellas de pobladores losinos de otros tiempos y podrás además observar detalles que definen de forma inequívoca nuestro valle como zona de transición geográfica. QUINTANILLA – FUENTE DE LAS CANALIZAS – CAMINO DE LOS TOBALINESES Es muy probable que tu primer descubrimiento sea parte del núcleo urbano de Quintanilla La Ojada. Lo encontrarás nada más cruzar el puente sobre el Jerea que está situado a la altura de los bares de la carretera. Cuesta arriba por la pista de cemento, vas dejando atrás la parte más desconocida del pueblo y también una vaguada a tu derecha, que corresponde a su emplazamiento originario, hasta que la conveniencia de acercarse a la carretera fue empujando casas y vecinos hacia abajo. Como nexo de unión con aquel tiempo, las saeteras ( ventanas estrechas y alargadas para disparar sin peligro ) y la ventana geminada ( partida en dos mediante una columnilla sobre la que descansan los arcos que la rematan ) ponen de manifiesto la antigüedad y el interés de una casa situada a la izquierda del camino, y que quizá pudo ser en otro tiempo una torre de defensa. El cemento llega hasta donde llegan las casas, pero el camino se puede seguir sin dificultades, incluso ahora que hay algún tramo levantado por las obras de captación de agua que se espera alivien los problemas de abastecimiento . En este primer tramo, nuestra ruta está jalonada por los pinos que se han ido apropiando de terrenos antaño cultivados pero, conforme avancemos, iremos apreciando una tendencia a la mezcla de variedades propia de esta zona ( pinos, robles, encinas,...). En algún momento parece que la pendiente podría incomodar nuestro paseo, pero no es verdad, al menos por ahora. Seguimos el sencillo trazado que desde tiempo inmemorial han usado los vecinos de Quintanilla para acceder a sus pastos y también para cumplir año tras año con el rito de la romería de S. Lorenzo , que se vuelve a celebrar cada 10 de agosto en el ámbito del Parque Natural de Valderejo, después de que la Diputación Foral de Alava corriese con los gastos de restauración de la ermita del mismo nombre. El camino se abre al llegar a una barrera, y, a medida que vamos descendiendo, vemos frente a nosotros el pico de la Mizquilita, que prácticamente vamos a rodear, y que fue, según parece, un importante enclave defensivo en otros tiempos. Pronto localizamos a nuestra izquierda la llamada Fuente de Las Canalizas, que fue un copioso manantial hasta que las prospecciones petrolíferas de los años 80 la dejaron casi sin agua. En este punto, nuestro sendero se une con otro que viene por la derecha. Para nosotros es particularmente importante porque por él nos traerá nuestro recorrido de regreso, y, desde ese momento, volveremos sobre nuestros pasos hasta Quintanilla. Poco más adelante, llegamos a un cruce de caminos: - Allí mismo localizamos lo que algún desaprensivo ha dejado de lo que fue el primer mojón del Monte Lerón. - Si siguiéramos de frente, una fuerte pendiente nos acercaría a la ya aludida ermita de S. Lorenzo. Pero, en perpendicular, cruza nuestra trayectoria el llamado Camino Largo o de los Tobalineses, por haber sido durante siglos la vía natural de comunicación entre este valle vecino y la zona sur de Losa. Hacia nuestra izquierda, el monte Coamil y Río, y en toda la zona, multitud de abrigos rocosos y cuevas, como la de Las Callejas. CRUCE DE CAMINOS – CAMPAS DEL JUNCAL – ACCESO A VALDEREJO Nuestra opción de paseo para hoy pasa por girar a la derecha y seguir avanzando. Ahora tenemos otra perspectiva de la Mizquilita. Ahí arriba, donde se recorta el perfil de unas encinas, hubo en otros tiempos un castillo, según lo avala un mapa del monte Lerón, realizado por Isidoro Diez en 1764, que también hace referencia a otra construcción militar de similares características en la zona de Peña Blanca, que luego visitaremos. Y por hoy, no vamos a darte más detalle, pero ten en cuenta que esta no es la única sorpresa que guarda este pico ... A medida que avanzamos, seguimos más o menos linealmente el monte Lerón, que está situado ahora a nuestra izquierda. Por nuestra derecha asoma enseguida la peña buitrera de Quintana Entrepeñas, de gran interés por la nutrida colonia de estos animales que alberga habitualmente. Nuestro trayecto nos lleva sin dudarlo hasta las campas del Juncal. De pronto, ya no avanzamos por una pista más o menos definida, sino que disfrutamos de un espacio mucho más abierto y extenso. En su momento se tramitó el cierre de esta campa al tráfico rodado, así que andamos por ella sin otro cuidado que el anárquico discurrir del arroyo Juncal, que la cruza incansablemente, aunque, según en qué épocas, con muy poco agua. A nuestro alrededor, además del arbolado propio de la zona, encontramos numerosos ejemplares de boj. Es ese arbusto leñoso, cuyas ramas están densamente pobladas de pequeñas hojas perennes de un verde brillante que el otoño cambia hacia tonos de amarillo o naranja. Es una especie de gran interés, ya que sólo se da en laderas umbrías de zonas de transición, es decir, en regiones como la nuestra, a mitad de camino entre el clima atlántico de las tierras bajas próximas a la costa y el clima mediterráneo continental que se da Meseta adentro. No es nueva esa sensación de acogida que nos producen las campas del Juncal, porque, si nos fijamos bien, localizaremos restos de una construcción ya desaparecida. Fue la vivienda de un vecino de Quintanilla que, habiendo dejado el pueblo para trabajar en las minas de Vizcaya, terminó por volver cuando la silicosis le incapacitó para continuar con esa labor. Así que se instaló en las campas, donde construyó su casa y habilitó huertas y establos que le dieron de comer a él y a su familia. Sabemos que hemos llegado al final de este tramo cuando avistamos el cartelón de madera que indica que hasta aquí llega el Parque Natural de Valderejo. No es nuestro objetivo para esta ruta, así que lo dejamos y tomamos una pista que se esconde tras el punto de agua que ICONA construyó hace unos años para asegurar el abastecimiento en caso de incendio por la zona. ACCESO A VALDEREJO – PEÑA BLANCA - CAMPAS DEL JUNCAL El trazado y las condiciones del piso poco tienen que ver con lo anterior. Hay cierta pendiente, y , lo que más incomoda, hay mucha piedra suelta en toda esta ladera que nos conducirá a la cima. Pronto localizamos la arqueta que oculta las tuberías que cogen las aguas del manantial más importante de cuantos dan origen al arroyo Juncal y las conducen al punto de agua que acabamos de ver. También vemos numerosos montones de ramas secas que tienen relación tanto con la tala controlada como con los efectos de las copiosas nevadas que se registran en esta zona. Además, si vamos en la época adecuada, comprobaremos que esta es una interesante zona setera. No importa en qué momento del año nos acerquemos, es importante destacar que a lo largo de todo este recorrido existe la posibilidad de observar suelos de distinta conformación que corresponden a eras geológicas diferentes. Mientras subimos la escarpada cuesta que nos va a conducir a Peña Blanca, estamos a tiempo de aprender algo muy significativo de nuestra condición de zona a mitad de camino entre áreas muy distintas. Hemos hablado de los pinares que íbamos atravesando , no sólo en esta ruta, sino también en otras anteriores, pero quizá nunca hemos reparado en las diferencias entre unos pinos y otros. Mientras descansamos un poco, observamos a nuestra izquierda cómo un pinar cubre toda la ladera. La mayoría de ellos son pinos silvestres de denominación Alto Ebro, una subespecie que se da en esta zona de Burgos y en los terrenos colindantes de Alava, y que se ha ido definiendo y adaptando con el paso de los años en función de la proximidad al clima atlántico de las tierras vecinas del norte. En conjunto, su ramaje tiene un tono de verde más bien mortecino que hace que resalten especialmente algunos ejemplares de un verde más intenso y tronco más oscuro. Son pinos resineros o negrales, propios del clima mediterráneo que se pueden llegar a dar en Losa, pero no más allá de la Sierra Salvada, donde las condiciones climáticas harían muy difícil su subsistencia. No es preciso extenderse explicando cómo averiguar si ya hemos llegado o no a Peña Blanca, porque no ofrece duda. Estamos en lo alto de la pendiente que traíamos, en un enclave estratégico desde el que se controla perfectamente el tramo final del camino por el que hemos venido, se amplía por nuestra izquierda y hacia el frente la perspectiva sobre Valderejo, y, ladera abajo, a nuestra derecha asoma el valle de Tobalina. Existe la opción de iniciar un descenso que nos llevaría en poco más de un cuarto de hora hasta Quintanilla Montescabezas, pero esto ya depende de ti, que nos sigues, y de tus ganas de andar. “La Solana” se limita a proponerte que contemples la panorámica desde donde estás. Además de Quintanilla, puedes ver Rufrancos, Extramiana, Trespaderne, Pedrosa, ... y, en general un valle mucho más abierto que Losa muy cercano, pero significativamente distinto. Baste citar como ejemplo el asunto de los pinos al que nos referíamos párrafos atrás. En el valle de Tobalina se invierten los términos, de forma que el pino negral o resinero es el que predomina, y unos pocos pinos silvestres de denominación Alto Ebro se mezclan con ellos para desaparecer al llegar a las zonas de Las Mazorras o La Brújula, donde el clima, ya marcadamente mediterráneo continental les impide desarrollarse. Estamos, pues, a caballo entre la Tobalina ,que se acerca mucho a la Meseta, y la Losa, que, aunque separada por todo lo que implica la Sierra Salvada, tiene cosas en común con las tierras de Alava y Vizcaya que llegan hasta el mar. Según el plano al que ya hemos hecho referencia anteriormente, por aquí arriba debió de haber otro castillo, cosa nada extraña si tenemos en cuenta todo lo que se controla desde esta zona, y que, además, hasta que se abrió el paso del Estrecho, ésta era la vía de comunicación más utilizada entre los vecinos de ambos valles. Cuando quieras iniciar el camino de regreso, ya sabes que no hay pérdida: limítate a seguirlo hasta llegar nuevamente a las campas del Juncal. CAMPAS DEL JUNCAL – EL COVAJO – FUENTE DE LAS CANALIZAS – QUINTANILLA Esta vez vas a atravesar las campas del Juncal, hasta que se cierren en un camino abierto al tráfico rodado. Síguelo hasta que veas a tu derecha la inconfundible pista de la cantera y la casita blanca. La senda ascendente que bordea la cantera te conducirá hasta la cueva conocida como El Covajo, que llama la atención por el cuerno que describe su extremo superior, que casi cruza el camino. No es, ni mucho menos, la única, ni la de mayores dimensiones, pero sí que presenta una particularidad que queremos resaltar. Si te fijas en el desnivel ocasionado por el empujador al hacer el camino que vienes recorriendo, observarás distintas coloraciones en la conformación del terreno. Esas franjas oscuras, casi negras, que atraviesan el talud en sentido horizontal justo en la zona de la cueva, serían prueba evidente de que estuvo habitada hace cientos y cientos de años, y estarían relacionadas con la actividad humana y la descomposición de plantas y basuras generadas por esos presuntos pobladores. Camino adelante vas a topar con la fuente de Las Canalizas otra vez. Desde aquí, sin parar ya hasta Quintanilla, donde habrás completado este interesante y después de todo bastante largo recorrido. N. de la R.: No queremos dar por terminada la redacción de esta ruta sin hacer una mención especial a los dos Enrique Hierro, padre e hijo, que nos guiaron y nos explicaron todo cuanto hemos tratado de contarte, y mucho más. ¡ Muchas gracias !. (Begoña y Mari Luz.La Solana, enero 2000)

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Por Hozalla a Peñalta. Sin Perder de Vista Hozalla

Por Hozalla a Peñalta. Sin Perder de Vista Hozalla

Localidad: Hozalla Con la llegada de la primavera, seguro que estabas pensando en volver a coger las botas de monte, la mochila con el bocata... y salir a darte un paseo en buena compañía. Puede que por el tiempo no te atrevas a salir, o que, a última hora, te cambien los planes, pero no podrás usar como excusa no saber hacia dónde ir. Tranquilo, que de eso, como siempre, nos ocupamos nosotros. Si te proponemos una ruta por la zona Este del valle (Berberana, Villalba...), los primeros lugares en que posiblemente pensarás serán Monte Santiago, Virgen de Orduña, ... y, si conoces más la zona o nos has ido siguiendo, tampoco serán nuevos otros destinos. Puede que ya conozcas la ruta que te vamos a proponer, pero si no es el caso, es una alternativa que merece la pena. Nuestro punto de partida es el pueblo de Hozalla. En él podemos dejar tranquilamente nuestros coches para ponernos en marcha. Tendremos que dirigirnos hacia el monte, y para ello, vamos a ir subiendo por las callecitas, pasando por la fuente y por el antiguo lavadero, hasta llegar al final del pueblo, donde encontraréis la barrera del monte. Es curioso ver lo mucho que nuestro valle cambia, y en este caso, para mejor, ya que, aunque todavía sigue habiendo muchas casas abandonadas, otras han sido reconstruidas y el pueblo va tomando vida. Pasando la barrera y dejando a nuestra espalda Hozalla, comenzamos la ascensión. Quizá sea la parte de nuestra trayectoria más costosa, pero no os asustéis. Una vez que hayamos subido por el vallejo, que fue un antiguo paso hacia Valdegovía, a mano izquierda encontramos una poza, y justo a su lado, las dos torres de la estación eólica. De frente, a lo lejos, en un día soleado se ve sin problemas la Peña de Corro. Una vez que hemos tomado aire, seguimos por la izquierda. Aunque no hay un camino bien marcado, no va a ser difícil llegar a nuestro destino, puesto que vamos cresteando la peña. Hacia el Este vamos llaneando por senderos, principalmente de ganado. Éstos en algunos tramos se pueden encontrar tapados por los restos de la reciente tala de los pinos, lo que dificultará nuestro camino. Después de haber andado aproximadamente unos 35 minutos por Peña Alta, llegamos al punto más alto llamado Monte Risca, que se encuentra a 1003 m de altitud. Desde aquí las vistas son maravillosas, ya que hay una amplia panorámica desde la que reconocemos claramente en primer término los pueblos de Hozalla, Aostri, Villalba, Múrita, Berberana... Aunque en un principio este lugar podría ser nuestra meta, dejamos en vuestras manos la decisión de seguir el recorrido pasando al Valle de Valdegovía, que se encuentra a unos 400 m del alto, sin dejar el camino. El regreso resulta tan sencillo como volver sobre nuestros pasos admirando de nuevo el paisaje y fijándonos un poquito más en los pequeños detalles, como puedan ser los agricultores en sus fincas, un aguilucho que vuela... Al cabo de un rato nos encontraremos otra vez sobre Hozalla, y bajando llegamos al pueblo. Si nuestros pies están cansados, posiblemente agradecerán regresar al coche para ir a casa. Esperamos que te haya gustado este paseo. ¡Feliz ruta!. (Aída y Lourdes.La Solana abril 2000)

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Rodeando Monte Lobera

Rodeando Monte Lobera

Localidad: Monte Lobera Revista a revista, en estos años hemos ido recorriendo gran parte de nuestro valle, pero nos siguen quedando caminos por andar. Aprovechando que hay más horas de luz al día, podemos plantearnos hacer una ruta más larga. Según las ganas y el paso que lleves al andar, puedes pasar toda una tarde o incluso todo el día. Cárgate con la máquina de fotos, y como siempre, un buen bocata, que comenzamos a andar. Aunque te vayan a resultar familiares los primeros kilómetros de la ruta (revista 0, año I, febrero 1994), no nos hemos quedado ahí, sino que rodeamos Monte Lobera, pasando por los pueblos de Perex y San Pantaleón. Para aquellos que les falla la memoria, comenzamos desde el pueblo de Río de Losa en dirección al monte, por el camino forestal que lleva a Oteo. Nos desviamos a la izquierda a la altura del campamento. Al acabar éste, nos encontramos en la senda que sube a Fuente Muyentes. Después de ésta, encontramos otra fuente natural, llamada Fuente Inverniza. Casi seguro que, en las fechas en las que estamos, no tenga agua, bien lo dice su nombre. A la derecha de esta fuente aparece un camino que te lleva a la lobera. Al llegar a las peñas, aparece una barrera que delimita el monte de Río con el de Perex: la barrerilla de Perex. Tras cruzarla, a la derecha está la lobera, que, si quieres, puedes visitar pero nosotros seguiremos de frente en dirección a Perex. Pasaremos por la tejera, de la cual también te hemos hablado con anterioridad. Hasta este punto tardaremos aproximadamente una hora y media. El pueblo de Perex puede resultar un buen lugar de descanso donde podemos refrescarnos en la fuente de la plaza. Continuamos la ruta por la carretera de la izquierda, según se sale de la pista junto al cementerio. Para comenzar el retorno, tomamos el primer camino que conduce a la vaguada, aunque también el siguiente camino nos llevaría al mismo destino. Este trayecto hasta San Pantaleón está marcado como una GR. Seguimos por el camino, ya cuesta abajo, caminando cómodamente. En el primer cruce que encontramos, giraremos a la izquierda descendiendo por la llamada carretera de las encinas. Volveremos a toparnos con otro cruce en el que esta vez iremos a la derecha. Atravesamos por el puente a la margen izquierda del río. Andando unos 100 m, estamos en el páramo de la lobera. Después de este punto, está un lugar conocido como Iscarrio en el que el camino se queda inapreciable a la vista, porque faltan unos 50 m que han sido invadidos por las fincas. Continuamos andando paseando por el termino llamado La Zamata. Cruzamos un pinar en el que seguro nos llamarán la atención unos ejemplares de robles centenarios. Estos allí se encuentran contemplando el pasar de los caminantes de distintas generaciones. Tomamos el sendero de la derecha (ignorando el camino de frente) hasta llegar a otra intersección en la que continuamos por la izquierda y descenderemos entre la abundante y diversa vegetación de nuestras tierras. A escasos metros nos encontramos frente al río Jerea a su paso por el Chorro. Un largo sorbo de agua refrescará nuestras gargantas en la fuente que da nombre a este lugar. Si vamos en grupo, todos en hilera, porque continuamos por el estrecho sendero de la izquierda, junto al cauce del río. Al final de él nos encontramos con un prado. La vegetación de esta zona del río es muy variada, ya que hay sauces, arces, espinos albares, zarzas, etc. Refugio seguro para la gran variedad de aves que nos podemos encontrar: mirlos, pinzones, petirrojos, gorriones, etc. Pasando el puente y cogiendo el primer cruce a mano derecha, llegaremos al pueblo de San Pantaleón. Sin duda alguna merece la pena subir a lo alto del barco, que, como bien sabes es donde se encuentra la ermita románica de finales del s. XII o principios del XIII. Lo que más nos puede llamar la atención del exterior del templo es la cuidada y fina ornamentación que decora las distintas ventanas y la portada. En ésta destacan una gran figura esculpida, una especie de atlante y un enorme zigzag que enmarcan y escoltan al resto de sus columnas y arquivoltas. Por cierto, hemos oído al andar por estos lares que a la ermita se le atribuye parte de la leyenda del Santo Grial. Antes de dar media vuelta nos podemos asomar a lo alto del barco para ver esta parte del valle en la que se aprecia el serpenteo del río, el contraste de los verdes y dorados del paisaje, ... Volvemos a bajar al pueblo, y, con cuidado por la carretera, andamos los 2 últimos kilómetros en dirección a Río. Desde aquí podemos contemplar a mano derecha el parque natural de Valderejo y más adelante la ermita de San Roque. En pocos minutos llegamos a nuestro punto de origen: Río de Losa. Algo cansados, pero con la satisfacción que nos deja el camino, podemos volver a casa pensando en un nuevo recorrido. Puede que por el tiempo no te atrevas a salir, o que, a última hora, te cambien los planes, pero no podrás usar como excusa no saber hacia dónde ir. Tranquilo, que de eso, como siempre, nos ocupamos nosotros. (Aída y Lourdes. La Solana agosto 2000)

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Las Fuentes de Losa para un Caminante

Las Fuentes de Losa para un Caminante

Localidad: Fuentes de Losa Para un viajero procedente de un pueblo grande o de una ciudad, las fuentes de los pueblos de Losa pueden parecer, a primera vista, un derroche y si las contemplas y las disfrutas en un día de verano con todos los campos amarillos y con el sol golpeándote la espalda, al mostrar su abundancia y su frescura vienen a ser como una muestra de soberbia y de orgullo. Son en realidad una placer para todos los sentidos su visión alegra el espíritu del caminante y adorna el entorno su sonido estimula el oído como la mejor de las canciones el líquido que mana de sus grifos o el que descansa brevemente en sus estanques, abrevaderos, pilones o lavaderos adyacentes, refresca y relaja el cuerpo acalorado y los pies cansados y aunque digan que el agua es inodora e insípida, también el olfato y el gusto son agasajados por el aire fresco que se respira en ellas y por la sensación placentera del agua en la boca que reconforta al caminante sediento. El 25 de julio comencé en Orduña un recorrido circular que me habría de llevar durante ocho días por la mayoría de la loberas conocidas de Araba y norte de Burgos para ello recorrería las sierras Salvada, Gurdieta, Montes de la Peña y la Magdalena, atravesaría el valle de Losa y parte del de Valdegobía, cruzaría la sierra de Arkamo y sus estribaciones, pasaría por la sierra de Gibijo, y por Unzá volvería a Orduña. El primer contacto con las fuentes de Losa lo tuve al llegar a San Miguel de Relloso. Su único vecino, Luis Herrán estaba ausente pero en ausencia de Sito la fuente fue un anfitrión perfecto y se encargó del hospitalario recibimiento. En medio del pueblo y rodeada de ruinas sigue vertiendo su líquida frescura en el pilón y renovando continuamente el agua del lavadero que tiene adosado. Después de un duro día de caminata, que la niebla me obligó a alargar en varias horas, compartí la fuente con un incontable número de abejas que se afanaban en recoger agua para abastecer las colmenas de un abejal cercano. La fuente sació mi sed y me permitió asearme para pasar la noche en San Miguel de Relloso sin la incomodidad de los sudores de la jornada. La fuente de San Miguel de Relloso canta como todas las demás, pero su canción es muchísimo más perceptible que la del resto de las fuentes de Losa por las que he pasado. En medio del silencio su caño vierte el agua que, al caer en el pilón, crea hondas concéntricas que envuelven el pueblo con un dulce y relajante sonido, y forman una esfera invisible en la que, con toda seguridad, permanecen una infinidad de experiencias y recuerdos que acabarán perdiéndose si nadie los recoge. Siguiendo los consejos de Luis Herrán para economizar esfuerzos en mi caminata me dirigí hacia Villabasil sin pasar por Relloso, que con toda seguridad también tiene una fuente que ofrece hospitalidad, porque si todos los pueblos por los que he pasado la tienen, es de esperar que Relloso también. Así que la siguiente fuente de pueblo con la que topé fue la de Villabasil. Villabasil es un pueblo que poco se parece a San Miguel de Relloso, por su tamaño y porque aquí no se ven casas en ruina ni se adivinan abandonadas. Pero cuando yo lo atravesé sus calles estaban totalmente silenciosas y desiertas. Después de dos días rodeado por la niebla en busca de las loberas de San Miguel, Gurdieta y Villabasil por la Sierra Salvada, la de Gurdieta y por los Montes de la Peña, al descender del Peñalba y de la lobera de Villabasil el cielo se despejó y el calor de las primeras horas de la tarde invitaba a la siesta. Mis pasos me llevaron a la fuente. La de Villabasil es una fuente limpia y cuidada, iluminada totalmente por el sol cuando yo llegué. Las aguas cristalinas del lavadero adosado a la misma parecían invitarme a sumergirme en ellas, pero como su función no es esa me limité a refrescar mi cabeza debajo del caño, beber hasta saciarme y descansar un rato hasta casi adormecerme arrullado por el ruido del agua. Pasé por la fuente de Castresana, o por una de ellas en ella me detuve lo justo para beber su agua. Sus caños vierten el agua en una pila protegida por una cuidada obra de hermosos sillares. Y llegué a Villaventín, donde pasaría mi segunda noche en Losa. La fuente de Villaventín se adelanta a la fachada de la iglesia dejando a sus espaldas, entre la iglesia y ella misma, un espacio herboso con un banco corrido de piedra, que se apoya en la parte posterior del muro que constituye el frente de la fuente y de sus dos largos abrevaderos es un espacio que, al menos después de una larga caminata, invita al descanso. La fuente domina la amplia plazuela del centro del pueblo, y adelantada a la iglesia como está parece decir: “acércate, que de mí sí obtendrás consuelo inmediato para tu sed”. Yo sacié mi sed y refresqué mi cuerpo. Al lado de la fuente está la vieja escuela, que hoy alberga el teléfono público y una sala de concejos. No hará muchas décadas que esta escuela todavía rebosaba vida durante los periodos lectivos es fácil imaginarse a todas las alumnas y alumnos saliendo veloces al recreo y corriendo a la fuente a saciar su sed, a desarrollar sus juegos en la plaza y los alrededores, o a contarse secretos y confidencias en los bancos que hay a la espalda de la fuente, protegiéndose por la propia fuente y la fachada de la iglesia de miradas y oídos no deseados. Se puede decir que la fuente de Villaventín es el centro del pueblo, y no la iglesia como podría parecer. De lejos la iglesia destaca sobre las casas, como en la mayoría de los pueblos. Viene a ser como el faro que permite reconocer el pueblo desde la lejanía. Pero en Villaventín la fuente se adelanta y gana la partida, porque a todo el mundo atrae desde un espacio abierto y generoso a todo el mundo ofrece, todos los días, algo apetecible y necesario. Dejé atrás Villaventín bastante temprano para acercarme por Muga hasta el portillo de la Magdalena y hasta la lobera de Castrobarto. Otra vez la niebla me jugó una mala pasada y me hizo caminar hora y media más de lo previsto para alcanzar mis objetivos. Volví a Castrobarto y desde allí seguí hacia Villalacre y Rosío para acabar mi jornada en Salinas de Rosío. No fue ese un día en el que la sed me urgiese. A Castrobarto llegué con exceso de agua, sobre todo en mis pies. Había recogido toda la que la niebla había depositado en el brezo, en los enebros, en las otacas y en los espinos de la sierra mientras trataba de llegar al portillo de la Magdalena rodeado de niebla y cruzando a veces por pasajes tenebrosos entre hayas o avellanos, donde parecía que alguien había robado toda la luz circundante, lechosa y ya escasa de por sí. Pero tanto en Castrobarto como en Villalacre me serví de sus fuentes para saciar mi sed y aliviar por un momento mi espalda librándola del peso de la mochila. La de Castrobarto domina una amplia plaza y protege una bolera que tiene detrás entre sus dos largos abrevaderos cubre un frente de unos 25 m. Los tres caños de la de Villalacre surgen de un rollo o cilindro de piedra que en su base está rodeado por una pila semicircular, donde los caños vierten el agua esta pila se prolonga por uno de sus lados en un largo abrevadero. Y así fui acercándome hasta Salinas de Rosío. El caño de la fuente de la Plaza Mayor de Salinas de Rosío vierte el agua en un pilón alargado, que comienza bajo el mismo caño y sigue durante varios metros la dirección de la carretera que atraviesa el pueblo en dirección a La Cerca. Al otro lado de la carretera hay un edificio que alberga el local social, con su barra de bar, donde se reunen los vecinos que pasan los fines de semana y el verano en el pueblo (me cuentan que en invierno apenas quedan casas abiertas). En la parte delantera hay un soportal cubierto donde pasé la noche después de una velada de charla con algunos vecinos. Cuando todos los vecinos acabaron sus partidas de mus y de brisca el entorno quedó vacío el agua del caño golpeando en la del pilón me acompañó en mi sueño. El sonido monocorde del chorro de agua me acompañó hasta que, a primeras horas de la madrugada dos parejas de jóvenes se sentaron frente al soportal en el que dormía para alargar la noche con animada charla y con risas. Dejé de escuchar la fuente me pareció que se callaba para escuchar la conversación de aquellos cuatro jóvenes. ¿Guardará muchos secretos esta fuente? Al alejarme de Salinas de Rosío pasé por otra fuente, cercana a la iglesia y a un antiguo hospital. Los caños y la pila están protegidos por un arco de piedra rematado en una estructura triangular, también de piedra, a modo de tejado. En esta fuente y en sus piedras se adivinan muchos años de historia, pero hoy se concentra más actividad junto a la más humilde fuente de la Plaza Mayor. Pasé por Villamor y Villate para llegar a Perex. La fuente de Perex se apoya en un muro que cierra un patio sobre el que se ve la preciosa solana de una de las casas que rodean la plaza en la que está la fuente. Para cuando llegué a Perex el sol ya se había deshecho de las nubes y golpeaba fuerte así que meter la nuca debajo del chorro de agua durante un buen rato y dar unos buenos tragos me refrescó lo suficiente como para seguir hasta la lobera, dar un rodeo para ir hasta San Pantaleón antes de llegar a Río de Losa y volver luego a este pueblo donde pasaría la cuarta y última noche de las que, durante este viaje, haría en Losa. La fuente de Río de Losa domina el espacio que la circunda desde el centro. Desde esa posición se muestra tan soberbia que hasta para poder beber exige algún esfuerzo al sediento, a no ser que metas los piés en el agua de sus pilones. Sus dos caños vierten el agua hacia el centro de cada uno de los anchos abrebaderos o pilones que se extienden a dos de los lados de la estructura cúbica de la que surgen. El flujo abundante y constante de agua es motivo de orgullo para los de Río “hasta hoy nunca se ha secado esta fuente”, me aseguran. Yo me hubiese sumergido con ganas en su agua fresca y cristalina para librarme del sudor y del polvo del camino, pero una familia de Alonsotegi me ofreció el baño de su casa para darme una ducha esa es una de las mejores ofertas que se le pueden hacer a un caminante acalorado y sudoroso, y de las que más se agradecen así que preferí la ducha a la fuente antes de pasar la noche en el lugar que también me ofrecieron para dormir. Pensaba haber dormido en el pórtico de la iglesia, pero se encontraba cerrado y ya había hecho dos intentos para conseguir la llave sin dar con quien la guarda. Las fuentes son anfitriones de sus pueblos más aún cuando el abastecimiento de agua está asegurado en cada una de las casas. Por eso mismo las propias fuentes y su cuidado, además de revalorizar el pueblo, se pueden considerar como un presente que se hace al visitante. Yo como tal lo tomé en cada una de las fuentes de Losa en las que sacié mi sed o refresqué mi cuerpo. Gracias a todas ellas y a quienes las conservan. (Jose Mari Gutiérrez Angulo.La Solana, dic. 2001)

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Ruta Palomera

Ruta Palomera

Localidad: Ruta Palomera Para este numero de “La Solana” hemos escogido una ruta por los montes de Quincoces. Conoceremos la cueva Palomera, contemplaremos muy probablemente las inconfundibles yeguas losinas pastando por el campo, atravesaremos un bosque lleno de dolinas (hundimientos en el terreno en forma de cono) y disfrutaremos de unas impresionantes panorámicas a ambos lados de nuestro camino. Hacia nuestra derecha nos iran acompañando las peñas de Villabasil, y por nuestra izquierda desfilará el monte de Cobata. La distancia será de siete kilómetros aproximadamente, y calculamos unas tres horas para nuestros expertos caminantes. La ruta la finalizaremos en el alto de Peña Angulo. Salimos desde Quincoces y tomaremos como referencia la antigua parada de sementales o el albergue, como mejor nos situemos. Empezamos a ascender hacia el depósito del agua a nuestra izquierda dejamos la charca de San Pedro, que nos saludará a nuestro paso con el croar de sus huéspedes, y a nuestra derecha quedará un abrevadero. A ambos lados del camino vamos dejando zonas de pastizales. Entre los dos depósitos de agua el antiguo y el nuevo, siempre subiendo, nos encontramos que el camino se divide en dos. Cogemos el de la derecha, puesto que el de la izquierda muere en la escombrera. Seguimos entre pastizales de escasa vegetación en los que afloran las rocas calizas, compañeras de todo nuestro camino. Al noroeste vamos dejando las peñas de Villabasil. A pesar de que el camino se bifurca varias veces, éste siempre va a dar al principal. También podemos guiarnos por las torretas de alta tensión ya que iremos en paralelo. Llegamos a unas barreras donde un cartel verde nos indica que entramos en el monte de utilidad pública número 403, denominado monte Orceo. Por él discurre el resto de la ruta. Cruzaremos las barreras y las cerraremos a nuestro paso para evitar que se salga el ganado. A nuestra derecha dejamos un abrevadero seguimos ascendiendo por un amplio pastizal empezamos a ver que entre las rocas asoma algún enebro, espinos, endrinos y algún roble pequeño. En estos momentos el tramo del camino por el que vamos es losa. Enseguida divisamos una extensa llanura, y cuando la atravesamos, nos encontramos en el punto más alto de nuestra ruta, desde el que observamos barrancos a ambos lados. Vemos desde arriba un hito blanco descendemos prestando atención a nuestra izquierda, ya que a 50 metros del hito se abre una brecha en el suelo de unos 15 metros de diámetro y con una vertiginosa caída en vertical: es la cueva de Palomera. No se sabe con exactitud la profundidad que tiene. Se dice que hace unos años algún montañero que pasaba por la zona oyó alaridos, y en su interior había un perro al que estuvieron alimentando hasta que un grupo de espeologos bajó y lo sacó con vida, aunque imaginamos que algo magullado… Al noroeste nos siguen acechando las peñas de Villabasil, al norte el monte Gurdieta y al este los montes de Carrasquedo, Carrascos y Cobata, y también divisamos Sierra Salvada. En dirección norte desde la cueva de Palomera vemos un pozo que abastece a un abrevadero es el pozo Palomera, y es muy probable que en la zona se encuentren las antes mencionadas yeguas losinas, que distinguiremos de las demás por su pequeño tamaño y su pelo negro. Nos encontramos en mitad del recorrido. Seguimos nuestro camino atravesando un pastizal en el cual observamos varios hitos, que antiguamente servían para guiar a los ganaderos entre la niebla. La vegetación va aumentando: enebros, robles, hayas, algún acebo aislado, avellanos y algún narciso silvestre en la primavera. Nos adentramos en un bosque joven de hayas, con algún árbol de haya singular más grande estamos en una zona a la que podríamos denominar como bosque de dolinas ya que a ambos lados del camino observamos gran cantidad de ellas, desde cuyo interior asoman las hayas más antiguas. El camino se nos vuelve a dividir dando la posibilidad de despistarnos, el de la izquierda lo ignoramos y tomamos el de la derecha, que, aunque esta menos marcado, es el correcto pasaremos por encima de una gran losa de piedra con la cual será fácil reconocerlo. Una pequeña y última subida. Al llegar al alto observamos un brusco cambio de pendiente, el valle de Mena, la cascada de San Miguel y la Peña Angulo serán nuestros compañeros de fin de viaje. Giramos 360 grados y comenzamos a bajar en brusco zigzag siempre por el camino más marcado. Empezamos a otear la carretera a la cual nos dirigimos pocos metros antes, a nuestra izquierda vamos dejando puestos de caza de palomas y a la derecha, un amplio pastizal en el que casi inapreciables se encuentran los escombros que se sacaron al perforar el túnel. Llegamos a un paso canadiense cerrado con una cadena y daremos por finalizada la ruta, ya que algún alma caritativa nos vendrá a recoger a este punto para volver a casa. (Félix y Lidia.La Solana, marzo 2002)

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De Roble a Roble

De Roble a Roble

Localidad: de Barriga a Villacián Nos referimos, sin duda, a esos longevos árboles que perduran en muchas partes del mundo, y, cómo no, también en Losa. En esta ocasión realizaremos una ruta para ver tres robles legendarios que se sitúan entre los pueblos de Barriga y Villacián. El punto de partida es Barriga y el final Villacián. Una vez finalizada la ruta en Villacián, se puede volver a Barriga andando por un camino de parcelaria entre ambos pueblos. De todos modos, desde “La Solana”, nos recomendamos dejar un coche en cada pueblo para que resulte más cómoda la vuelta. Otro aspecto a tener en cuenta, y más este principio de verano, que parece que el tiempo no acompaña, es realizar el recorrido con el cielo despejado. Aunque el camino está muy bien definido, la niebla puede dificultar la visión y esto puede hacer incluso que nos perdamos. Como os hemos dicho, comenzamos en Barriga. Una vez pasada la barrera del monte, seguimos hacia la derecha por un camino lleno de altibajos que va a la orilla de una pared. Según andamos dejamos de lado un pozo llamado “La Carrera” (al igual que el nombre del camino). Poco después encontraremos el barrerón del monte, y, junto a él, el pozo del barrerón y un abrevadero. No se os olvide dejar la barrera cerrada tal y como la encontrásteis. Subimos por el camino entre losas, acompañados por las encinas que forman la vegetación. A la derecha podemos ver el valle de Los Corralejos, y, subiendo algo más, podemos contemplar por orden de cercanía, los montes de Barriga, Villaño y Llorengoz. A medida que avanzamos, pasamos por el Pico de la Encina, dejando a la izquierda el término de Solaño y a la derecha, Ozati. Hasta este punto ya hemos andado unos 2Kms. Tras esto, el camino está más estropeado, pero es un tramo pequeño. Llegando arriba estaremos en El Matarral, y mirando al frente podremos distinguir el primero de los robles que visitaremos. Nos acercamos a él sin duda alguna lo distinguiremos del resto por sus grandes dimensiones. En su base tiene 9.25 m de contorno y a la altura de 1.3 m su perímetro es de 5.05 m. Su altura total se aproxima a los 12 m y el diámetro de su copa, a los 19m. Su esplendor y su salud, a pesar de los años, lo convierten en un ejemplar impresionante digno de visitar. A escasos 70 m de éste y en dirección NO, se encuentra otro importante ejemplar que, aunque el anterior roble le resta importancia, no están ada mal, ya que sus medidas son: de contorno en la base 6.8 m y a 1.3 m., 5 m. Su altura es aproximadamente 10 m y su diámetro de copa, 7m. Ambos robles se encuentran en el término de Valdelateja, a unos 3 Kms. del pueblo. Una vez hemos admirado y disfrutado de la sombra de estos árboles, seguimos el camino. De nuevo a nuestra derecha vemos con su característica forma de media luna, la peña y el valle de Ozati. La vegetación que encontramos en esta zona está formada por pastizales, acompañados de brezo, endrinos y encinas. En cuanto a animales, seréis afortunados si veis alguno salvaje, ya que lo más normal es encontrarse con vacas, yeguas y ovejas. Seguimos subiendo, ya por tierras de Villacián, y encontramos hayas. De éstas puede venir el nombre del lugar, Hayalta. Llegaremos hasta un cruce de caminos, raso de vegetación, y tomaremos el de la izquierda. Si siguiéramos de frente, a unos 100 m se encuentra el pozo Ostantiego. Por este camino de la izquierda, en dirección NO, veremos cómo en el terreno se han formado dolinas, hundimientos del terreno debidos a la erosión de las rocas calizas, típica formación cárstica. En esta misma dirección se llega al pozo de Mandagoa, donde hay otro abrevadero y un manantial con 2 desviaciones. Subiendo por la ladera de la derecha del pozo, veremos el mojón de Mandagoa, que marca la frontera entre Álava y Burgos. Es una piedra caliza hincada y cuadrangular, de 1.7 m de altura. Desde Barriga a este punto, se tarda aproximadamente 1 hora. Aquí podemos hacer un alto en el camino y aprovecharnos del agua de la fuente, que no suele escasear. Desde el pozo debemos ver dos caminos. Uno, claramente a la derecha, dirección oeste, que va a Villota, y del que prescindiremos. El otro va dirección sur camino de Sotorrubio y nos conducirá a Villacián. Ante cualquier posible cruce o duda, iremos en dirección hacia la izquierda. También a mano izquierda del camino, aproximadamente a mitad de distancia desde el pozo a Villacián, hay un dolmen. No es muy espectacular, ya que ha sido desmochado. Llegamos poco después al último de los robles que veremos. Se encuentra en medio del vallejo, junto al abrevadero de Fuentevieja. El roble que tenemos enfrente es el más pequeño de los tres. Tiene a la altura de la base 4 m y a 1.3 m su contorno es de 3.7 m. Es el más alto de los tres, con aproximadamente unos 18 m y su diámetro de copa es de unos 13 m. Bajaremos por el vallejo hacia el pueblo, andando junto al arroyo de Los Caleros. Este tiene su fin en Pozonuevo. Continuamos hacia Villacián por el camino y llegamos a la barrera del pueblo, donde están los pocillos del cementerio. Pasaremos por el cementerio y el depósito del agua, a unos 200m bajando está el pueblo. En total hemos recorrido 13 Kms. en esta ruta, algo más de dos horas y media por el monte de Cuestalarriba, dentro de la llamada Sierra Pelada. Estos tres robles son una pequeña muestra de lo que os hablábamos al principio. Además, a lo largo del paseo se puede disfrutar de unas agradables vistas. Agradecemos a Ramón Perea, de Villacián, y Ramón Perea, de Barriga, que nos enseñaran y acompañaran en la ruta, así como la compañía de Alberto Oteo. (Aída y Lourdes.La Solana, agosto 2002)

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